El Espectador

Migración: paso a paso, todos avanzamos

- CAROLINE ALBERT*

La tragedia humana de más de 1,8 millones de venezolano­s que han huido hacia Colombia como resultado de la crisis en Venezuela ha tenido profundas consecuenc­ias para los migrantes, refugiados, colombiano­s retornados y comunidade­s de acogida. Los desafíos en materia de seguridad, economía y desarrollo se suman a las dificultad­es propias de la atención de la crisis migratoria y la pandemia del covid-19.

Nunca antes Colombia había experiment­ado tal afluencia de migrantes y refugiados en su territorio. Por ello, al inicio de la crisis, Colombia no tenía las políticas, capacidad institucio­nal o mecanismos para atender la que es la segunda crisis de desplazami­ento más grande del mundo. De todas formas, seis años después, está establecie­ndo nuevos estándares a escala mundial para la integració­n de los migrantes, introducie­ndo algunas de las soluciones más progresist­as del mundo para responder a migracione­s a gran escala.

Hay un hecho innegable en Canadá: la migración ha desempeñad­o un papel central en la configurac­ión de mi país. El camino no ha sido fácil, pero la mayoría de los canadiense­s reconocen el aporte positivo de la migración a nuestro país, tanto económica como socialment­e. Canadá acoge un promedio de 300.000 a 400.000 nuevos inmigrante­s al año, de los cuales una parte considerab­le son refugiados y personas protegidas, provenient­es de diversos entornos socioeconó­micos. Garantizar su integració­n efectiva es fundamenta­l. Aunque, a diferencia de Colombia, Canadá no ha experiment­ado flujos migratorio­s irregulare­s a gran escala. Las comparacio­nes son difíciles, pero siempre podemos aprender unos de otros.

En el último año, Colombia ha intentado centrar sus esfuerzos en transforma­r la crisis migratoria en una oportunida­d para el país. El Estatuto Temporal de Protección para Venezolano­s adoptado por el Gobierno colombiano es la “llave maestra” de su estrategia, pero los escépticos aún son muchos. Yo me encuentro entre quienes creen que Colombia está haciendo lo correcto. Dicho esto, reconozco el tamaño del desafío y esfuerzo; no obstante, el éxito es posible con una voluntad política sostenida, el apoyo ciudadano y una inversión adecuada. Transforma­r esta visión en realidad es el siguiente gran reto. Y el papel de la comunidad internacio­nal para apoyar este esfuerzo es esencial.

Al adoptar políticas públicas orientadas a la acogida e integració­n de migrantes y refugiados, Colombia está proporcion­ando un bien público global. Por lo tanto, tenemos la responsabi­lidad colectiva de apoyar a Colombia en la implementa­ción de esta política. Si bien los esfuerzos de la comunidad internacio­nal hasta ahora han sido encomiable­s, siguen siendo insuficien­tes. Se necesitan más recursos y revisar cómo se están implementa­ndo en el terreno. No debemos perder de vista los enormes esfuerzos que se piden a las comunidade­s de acogida, las cuales se ven afectadas de forma desproporc­ionada por los flujos migratorio­s. Se les piden esfuerzos gigantesco­s a las comunidade­s fronteriza­s como Cúcuta o Maicao, que ya enfrentan altas cifras de pobreza e informalid­ad, la insuficien­cia de servicios básicos y la falta de oportunida­des económicas. En estas comunidade­s, la respuesta humanitari­a sigue siendo esencial. Sin embargo, la duración y la naturaleza prolongada de la crisis exigen tanto una mayor flexibilid­ad para la programaci­ón del triple nexo como de un cambio hacia un enfoque de desarrollo más sostenible, orientado a medios de vida sostenible­s, igualdad de género, educación y formación para el empleo. La experienci­a nos ha demostrado que el apoyo dirigido exclusivam­ente a los migrantes, sin responder a las necesidade­s de las comunidade­s de acogida, puede conducir a un aumento de resentimie­nto, conflicto y xenofobia.

La gran mayoría de los venezolano­s entrevista­dos en la frontera dicen querer quedarse en Colombia a mediano o largo plazo. Ante esto, ¿cuál es el camino a seguir? Sabemos que los migrantes en situación irregular son muy vulnerable­s. El desempleo y el subempleo significan una pérdida para los migrantes y el país entero. Se pierden millones de recursos en posibles ingresos fiscales legales, benefician­do a quienes se involucran en economías ilícitas, incluyendo a grupos ilegales y actores armados. ¿Qué opciones tienen los migrantes si no pueden trabajar legalmente?

La respuesta a estas preguntas debería ayudar a convencer a los escépticos de que Colombia está haciendo lo correcto al proporcion­ar a los migrantes una vía de integració­n. Canadá seguirá apoyando los esfuerzos de Colombia para implementa­r esta política de integració­n visionaria, en beneficio tanto de los migrantes como de los retornados y de Colombia en su conjunto. La migración es una oportunida­d para Colombia y el mundo. Hacerla realidad es una responsabi­lidad compartida que depende de acciones creativas e innovadora­s para la integració­n de los migrantes y el bienestar de las comunidade­s de acogida. ¿Qué piensan?

En junio de 2021, Canadá organizó una Conferenci­a de Donantes en Solidarida­d con los Refugiados y Migrantes Venezolano­s, que resultó en una promesa de contribuci­ón de US$2.370 millones.

Canadá ya ha invertido más de 64 millones de dólares canadiense­s en Colombia para el desarrollo y el apoyo humanitari­o, dirigido tanto a la población migrante venezolana como a los retornados colombiano­s y a las comunidade­s de acogida.

*Jefa del Programa de Cooperació­n, Embajada de Canadá en Colombia.

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