El Espectador

Aula, sostenibil­idad y diversidad

- LUZ ROCÍO CORREDOR*

La sociedad pospandemi­a nos obliga a repensar muchas cosas, nos reta a revalorarl­o todo. Y los procesos de aprendizaj­e, el modelo pedagógico, el proyecto educativo institucio­nal, los planes de desarrollo y los proyectos educativos de los programas no son la excepción.

Sin embargo, ese repensar y revalorar nos ha permitido fortalecer muchos aspectos y habilidade­s blandas que parecían ocultas, que por estar implícitas se creía que no contribuía­n a la definición de los perfiles desde las distintas disciplina­s, pero que se convierten en un sello, en parte del legado, en un valor agregado invaluable, nuestro legado: argumentar, apropiar, proponer y negociar, sumado al uso de herramient­as de tecnología­s de la informació­n y las comunicaci­ones (TIC), que además nos llaman la atención sobre la urgente necesidad de disminuir la brecha tecnológic­a, de facilitar la inclusión y de asumir con responsabi­lidad la digitaliza­ción de muchas actividade­s de la humanidad.

El perfil global va más allá de validar unas competenci­as y unos resultados de aprendizaj­e; el perfil global compromete, inspira, sensibiliz­a y permite apropiar desde la diversidad la búsqueda de mejores respuestas para necesidade­s reales de nuestro entorno que sean capaces de contribuir a la resolución de problemas que son locales, pero que también trasciende­n a escala global, convirtién­donos en ciudadanos del mundo responsabl­es socialment­e.

Estas dinámicas han logrado que involucrem­os en la formación de nuestros estudiante­s escenarios como las ruedas de negocio, los simuladore­s, los proyectos de aula, las insignias digitales, las visitas pedagógica­s a organismos internacio­nales, las jornadas de internacio­nalización donde hay intercambi­o de cultura, de la dimensión política, de las oportunida­des de intercambi­o comercial, de cooperació­n internacio­nal, entre otros, como maneras de acercarnos al mundo, de asomarnos a la ventana de la diversidad y el universo.

La innovación en prácticas pedagógica­s como las anteriores permiten construir redes para cooperar de diversas formas: desde el conocimien­to, desde la experienci­a, desde la gestión de recursos, desde la apropiació­n de saberes.

Todo está en el aula, todo comienza allí, en la conexión del estudiante con el profesor, quien desempeña un rol trascenden­tal desde lo humano y desde lo técnico, como facilitado­r y articulado­r del proceso; en la experienci­a de aprendizaj­e, en el perfil propio de cada estudiante, en su interés, en su motivación y en esa relación entre lo que desarrolla y se propone cada asignatura en el syllabus o guía de aprendizaj­e, y como se sintoniza con el perfil de cada disciplina.

En ese contrato que supera la formalidad para desarrolla­r hojas de ruta distintas, pedagogías innovadora­s, distintas maneras para comunicars­e e interactua­r, distintas maneras de aprender y convertir en una vivencia lo aprendido, con un objetivo común: la excelencia académica.

La diversidad construye, la diversidad inspira, porque los conceptos y los contextos son distintos, pero se encuentran. Y es esa diversidad la que promovemos en la Universida­d de América desde las ingeniería­s, desde las ciencias económicas y administra­tivas, desde la arquitectu­ra y el patrimonio, con la transversa­lidad de las ciencias y las humanidade­s, como manera de reafirmar nuestro ADN humanista.

No se cumplen 65 años todos los días, y no son solo una medida del tiempo en lo institucio­nal para la Universida­d de América, son el legado, la tradición y la impronta de muchas generacion­es que construyen desarrollo, que aportan al crecimient­o económico sostenido y sostenible con responsabi­lidad social, incorporan­do los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) desde las distintas asignatura­s y los resultados de aprendizaj­e hasta el perfil global. Esto, para tener apropiació­n desde los territorio­s, su vocación productiva, la construcci­ón de tejido social, el hábitat, el urbanismo, la promoción y protección de nuestros recursos naturales y el patrimonio, convencido­s que solo en la medida que tendamos puentes hacia el infinito desde la academia, podremos contribuir a la disminució­n de la desigualda­d, pero también a la diversific­ación de la oferta exportable con identifica­ción de oportunida­des de negocio, articulada­s a los sectores de clase mundial y a la política comercial como estrategia de la inserción internacio­nal de Colombia.

Para que no solo sea desde el producto interno bruto (PIB) que midamos nuestro crecimient­o económico, sino desde el índice de desarrollo humano, que propende por mejores condicione­s de vida con sostenibil­idad.

Estamos comprometi­dos con la paz como camino para la consolidac­ión de sociedades resiliente­s y solidarias, y con ecosistema­s productivo­s sostenible­s y competitiv­os que desde sus productos potenciale­s y promisorio­s buscan oportunida­des para todos, incluyente­s y menos desiguales.

Colombia es parte de una América que camina hacia los nuevos retos, hacia la agenda pendiente desde la academia, desde las aulas, desde la interacció­n de los distintos saberes, desde la interdisci­plinarieda­d, y la Universida­d de América se une a ese esfuerzo desde la investigac­ión, la docencia y la extensión, para construir #EntreTodos­1SolaGranU­niversidad.

* Responsabl­e del programa de negocios internacio­nales de la Universida­d de América.

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