El Espectador

¿Esperanza en la política?

- YOLANDA RUIZ

LA POLÍTICA DECEPCIONA POR principio. Será tal vez porque tiene que ver con la búsqueda del poder y en ese camino espinoso los principios se convierten en jirones. Pocos seres humanos pasan la prueba del poder. Sin embargo, de tanto en tanto la política da luces y de pronto creemos que puede tener un nuevo aliento. Al final decepciona­rá de nuevo, pero hoy quiero ser optimista y me empujan a ello las voces rebeldes de las bases de partidos y movimiento­s que les recuerdan a sus jefes y caudillos que no son reyes y no pueden decidir lo que les de la gana. Me ilusionan también los rostros nuevos de mujeres y hombres venidos de distintos sectores que se lanzan a las aguas turbulenta­s de la política.

Protestan algunos de los seguidores del Pacto Histórico por el ingreso de un pastor en la coalición y por los coqueteos con Luis Pérez. Protestan en el Centro Democrátic­o por la elección del candidato que no gustó a todos y por la lista al Senado encabezada por un recién llegado. Protestan muchos liberales por las decisiones del jefe de un partido al que de liberal apenas le va quedando el nombre. Se quejan seguidores de la Alianza Verde desconcert­ados ante las divisiones y al ver a los líderes parados en distintas coalicione­s. Mientras escucho, leo y veo las quejas y debates de los seguidores de unas ideas y de otras pienso que estos ciudadanos están juntos en sus reclamos y que tienen mucho en común aunque hoy reclaman bajo distintas banderas.

En últimas lo que piden es que haya democracia y que las decisiones se tomen de manera colectiva. La gente pide ser escuchada y tenida en cuenta, pide más soluciones y menos palabras. Pide gestos que reflejen los principios y no principios desechable­s a la hora de hacer listas y acuerdos. Se pide en los partidos y se pide en la calle. Lo vimos en esa protesta social que no acaba de ser entendida en su justa dimensión porque en Colombia la violencia cubre todo y nos nubla la capacidad de leer la realidad. En todo caso, cuando la gente reclama, la democracia respira. Que los ciudadanos no coman callados frente a lo que hace un líder genera un fresquito.

Hoy elijo ser optimista también por la ilusión de tener un día política sin sangre. En Colombia se ha matado desde tiempos inmemorial­es por razones políticas. Liberales, conservado­res, guerriller­os, paramilita­res, pájaros, chulavitas, narcos convertido­s en políticos, políticos convertido­s en narcos… la violencia y la muerte no han permitido reconocer que puede haber política legal y legítima desde la izquierda o desde la derecha y que puede tener todos los matices. Mientras muchos crean, aupados por sus líderes, que el de izquierda es guerriller­o y el de derecha es paraco y lo demás no existe, va a ser difícil construir un país en democracia. Es cierto que se han movido ideas desde los extremos y que las banderas políticas han arropado masacres y atentados, pero descubrir que también se puede hacer política desde la democracia, sin matarse, sería un primer paso para avanzar. Por eso veo como un signo alentador ese abanico de candidatos, de ideas y de propuestas distintas que hoy piden el voto ciudadano. Elijo el optimismo aunque el pesimismo me persiga cuando veo en algunas listas una figura emblemátic­a y transparen­te a la cabeza para luego rodearla de los mismos y las mismas o los herederos de clanes y apellidos que llevan años exprimiend­o al Estado como negocio propio.

Al final, insisto, la política decepciona, pero hoy quiero creer que algunos de los que se han lanzado, exfunciona­rios, analistas, periodista­s, deportista­s, líderes sociales y más, puedan traer un poco de viento fresco a esta política. Tengo fe en las bases de los partidos que cuestionan a sus jefes y tengo fe en algunas personas decentes que todavía se atreven a apostarle a la política a pesar de tanta pestilenci­a.

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