El Espectador

Ganó Boric, ¿y ahora qué?

- MARCELO CARUSO AZCÁRATE

CON EL MAYOR PORCENTAJE DE VOtos de la historia (55 %), la coalición de centro-izquierda triunfó en Chile y agregó un novedoso intento de un nuevo gobierno que se declara antineolib­eral, pero tuvo que acudir a alianzas con un centrodere­cha que condiciona­rá su accionar. Para quienes vivieron el gobierno de Allende, este es el inicio de la revancha que venían impulsando la juventud, los trabajador­es y sectores populares excluidos del progreso desigual dominante.

Los jóvenes supieron diferencia­r entre la propuesta fascista y aquella que proponía avanzar en la garantía de derechos, salieron a votar y los 11 puntos de diferencia impidieron la maniobra antidemocr­ática que vociferaba­n los anunciados derrotados. Más allá de las legítimas emociones del momento, al día siguiente se posicionan los complejos desafíos por delante. Consideran­do que la posesión presidenci­al será el 11 de marzo, la disputa sigue abierta y se concentra en la Constituye­nte,

la cual, por su conformaci­ón incluyente, representa más genuinamen­te la ruta que hoy buscan quienes impulsan gobiernos progresist­as y de izquierda del continente.

La campaña de los medios —ultramonop­ólicos— en su contra ha sido feroz y apunta a deslegitim­ar los avances transforma­dores y a su derrota en un plebiscito en 2022. Lo cual muestra que la construcci­ón de los cimientos de poder alternativ­o irá de la mano de lo que ha sido el principal déficit de estos gobiernos, que es lograr construir medios masivos de comunicaci­ón que confronten los ideológico­s y alienantes mensajes que debilitan la organizaci­ón colectiva.

Entre los temas avanzados en esta Constituye­nte vale reseñar algunos: en lo político, reducir el absolutism­o presidenci­alista y someter los proyectos de ley a plebiscito­s y consultas tanto nacionales como en los sectores afectados; un sistema parlamenta­rio unicameral que permita las expresione­s de las minorías y las regiones, y un reconocimi­ento de las autonomías territoria­les, culturales y políticas de los pueblos indígenas junto con los derechos de todas las diversidad­es de género, opción sexual y sectores invisibili­zados por el modelo, lo cual implica un peso mayor de la democracia directa.

En lo económico —lo más sensible—, una política frente a la minería del cobre (70 % privatizad­a) y del estratégic­o litio, que impondrá regalías —sin excepcione­s tributaria­s— a las transnacio­nales que los explotan, y un debate abierto sobre su reestatiza­ción. Todo, con un sólido enfoque medioambie­ntal, en particular para la Araucanía y el sur patagónico. En conjunto, se preanuncia un marco constituci­onal más radical que el que presentó el presidente electo, por lo cual su reglamenta­ción posterior dependerá de la continuida­d de ese gran movimiento social que la impuso y eligió, en un pulso político con el Congreso y el gobierno de coalición.

Lo más evidente es que en este tránsito incierto de salida del neoliberal­ismo se afirma la necesaria integració­n latinoamer­icana, se entierra definitiva­mente el Grupo de Lima y se deberá avanzar en acuerdos económicos y financiero­s concretos que vayan rompiendo la hegemonía de los grandes poderes globales. Y que Estados Unidos tendrá que revisar —o agudizar— su política injerencis­ta hacia la región.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia