Chile discute su nueva Constitución, mientras enfrenta el cambio climático
La Convención Constituyente de Chile cumple seis meses este martes, marcando así la mitad del período que tiene para redactar la nueva Constitución del país. En la agenda hay un punto clave: el cambio climático. ¿Qué se está haciendo?
Rara vez un país tiene la oportunidad de exponer sus ideales como nación y redactar una nueva Constitución. Además, casi nunca la crisis climática y ecológica juega un papel central en ese proceso.
Sin embargo, en Chile se está llevando a cabo una reinvención nacional con estas características. Después de meses de protestas por agravios sociales y ambientales, 155 chilenos fueron elegidos para redactar una nueva Constitución en medio de lo que han declarado como un “estado de emergencia climática y ecológica”.
Su trabajo no solo determinará cómo se gobierna este país de 19 millones de habitantes. También determinará el futuro de un metal suave y brillante, el litio, que se esconde en las aguas saladas debajo de este vasto y etéreo desierto localizado junto a la cordillera de los Andes.
El litio es un componente esencial de las baterías. Y mientras la economía mundial busca alternativas a los combustibles fósiles para frenar el cambio climático, la demanda del litio y sus precios se disparan.
Las empresas mineras en Chile, el segundo mayor productor de litio del mundo después de Australia, están ansiosas por aumentar la producción, al igual que los políticos chilenos que ven la minería como un factor crucial para la prosperidad nacional. Sin embargo, se enfrentan a una creciente oposición de los chilenos que argumentan que el modelo económico del país, basado en la extracción de recursos naturales, ha cobrado un costo ambiental demasiado alto y no ha logrado distribuir los beneficios entre todos los ciudadanos, incluidos los pueblos indígenas.
Entonces, le corresponde a la Convención Constitucional decidir qué tipo de país quiere ser Chile. Los miembros de la convención decidirán muchas cosas, entre ellas: ¿cómo se debería regular la minería y qué voz deben tener las comunidades locales sobre la minería en sus territorios? ¿Chile debería mantener un sistema presidencialista? ¿La naturaleza debe tener derechos? ¿Qué hay de las generaciones futuras?
Incrustado en sus discusiones está un dilema global sobre si el mundo puede abordar la crisis climática sin repetir los errores de la era industrial. “Tenemos que asumir que la actividad humana causa daño, ¿cuánto daño queremos causar?”, dijo Cristina Dorador Ortiz, microbióloga que estudia las salinas y está en la Convención Constitucional. “¿Cuánto daño es suficiente para vivir bien?”.
Luego está el agua. En medio de una sequía devastadora impulsada por el cambio climático, la convención decidirá quién es el propietario del agua en Chile. También discutirá algo más básico: ¿qué es exactamente el agua?
“Zonas de sacrificio”
La actual Constitución chilena fue redactada en 1980 por personas que fueron elegidas por el dictador militar Augusto Pinochet. Ese documento abrió el país a las inversiones mineras y permitió la compra y venta de los derechos de agua.
Chile prosperó explotando sus riquezas naturales: cobre, carbón, salmón y aguacates. Pero aunque se convirtió en una de las naciones más ricas de América Latina, las frustraciones aumentaron por la desigualdad. Las regiones ricas en minerales se conocieron como “zonas de sacrificio”, por la degradación ambiental. Y los ríos comenzaron a secarse.
La ira estalló en grandes protestas a partir de 2019. Luego se realizó un plebiscito nacional que eligió a un panel de diversas personalidades para reescribir la Constitución.
El 19 de diciembre sucedió otro punto de inflexión. Los votantes eligieron presidente a Gabriel Boric, exlíder estudiantil y activista de 35 años. Durante su campaña, Boric prometió expandir la red de seguridad social, aumentar las regalías e impuestos mineros y crear una empresa nacional de litio. La mañana después de su victoria, el precio de las acciones de Sociedad Química y Minera de Chile (SQM), el mayor productor de litio del país, cayó un 15 %.
El padre de los volcanes
Una quinta parte del litio del mundo es producido por SQM, la mayor parte en el desierto de Atacama, en el norte de Chile, a la sombra de volcanes primigenios como el Láscar, el más antiguo y que aún está activo. Los lickanantays, uno de los pueblos indígenas de la zona, dicen que el Láscar es el padre de todos los volcanes.
Desde arriba, la mina parece como si alguien hubiera extendido una colcha azul y verde reluciente en medio de este pálido desierto.
Atacama tiene los niveles de radiación solar más altos de la Tierra. El agua se evapora sorprendentemente rápido, dejando depósitos minerales. El magnesio y el potasio salen de los estanques. El litio permanece en una piscina viscosa de color amarillo verdoso, que SQM convierte en carbonato de litio blanco en polvo para los fabricantes extranjeros de baterías.
SQM era un fabricante estatal de fertilizantes químicos hasta que, en 1983, Pinochet se lo entregó a Julio Ponce Lerou, quien era su yerno en ese momento. Recientemente, la empresa ha sido multada por el regulador bursátil de Chile y la Comisión Nacional de Valores de Estados Unidos por violaciones a la Ley de Prácticas Corruptas en el Extranjero. Ponce, quien ya no preside la empresa, aún es el dueño del 30 % de SQM.
En la actualidad, SQM desempeña sus actividades en el mercado alcista del litio. Carlos Díaz, vicepresidente de operaciones con potasio y litio, dijo que la compa
ñía busca aumentar la capacidad de 140.000 toneladas de carbonato de litio a 180.000 toneladas para 2022.
Díaz dijo que la empresa quiere “producir litio lo más verde posible”, incluso reduciendo a la mitad los niveles de extracción de agua salada para el año 2030 y volviéndose “carbono neutral” para 2040.
Hay una buena razón para esas decisiones. Cerca de ahí, una minera de cobre llamada Escondida fue multada con US$93 millones por extraer agua y ocasionar lo que un tribunal chileno calificó de “daños irreparables”.
La industria minera se prepara para el cambio. Un proyecto de ley para aumentar las regalías fue presentado en el Congreso. Y la
Convención Constitucional está analizando propuestas que podrían requerir más procesos de toma de decisiones locales.
También es probable que la convención convierta el agua en un bien público. Pero otra pregunta afectará aún más a la industria: ¿es la salmuera, el agua salada debajo del desierto, técnicamente agua? Las empresas mineras afirman que no lo es, porque no es apta para el consumo humano ni animal.
Actualmente, la extracción de salmuera se rige por el Código de Minería. La nueva Constitución podría cambiar eso al definirla como agua salada.
Pistas para el futuro
Dorador, miembro de la Convención Constitucional, camina por un concurrido mercado en su ciudad natal, Antofagasta. “La Constitución es la ley más importante del país”, le dice a un hombre que vende mangos. El vendedor la escucha cortésmente. Dorador, de 41 años, describe lo que está discutiendo la convención: derecho al agua, a la vivienda y la atención médica. Ella explica el cronograma: un proyecto de Constitución para julio, seguido de una votación nacional.
Dorador está compitiendo por la presidencia de la convención. Ella quiere que la carta magna reconozca que “los seres humanos son parte de la naturaleza”. Reacciona cuando se le pregunta si la extracción de litio es necesaria para alejarse de la extracción de combustibles fósiles. Por supuesto, el mundo debería dejar de quemar petróleo y gas, dice, pero no ignorando los costos ecológicos que todavía no conocemos. “Alguien compra un carro eléctrico y se siente muy bien porque está salvando el planeta”, dice. “Al mismo tiempo, se daña todo un ecosistema. Es una gran paradoja”.
De hecho, las preguntas que esta convención intenta responder no solo se aplican a Chile. El resto del mundo se enfrenta al mismo problema al lidiar con el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, en medio de las crecientes desigualdades sociales: ¿la búsqueda de soluciones climáticas requiere reexaminar la relación de la humanidad con la naturaleza?
“Tenemos que enfrentar algunos problemas muy complejos del siglo XXI”, dijo Maisa Rojas, científica climática de la Universidad de Chile. “En muchos aspectos, nuestras instituciones no están listas”.
››El martes, las personas que integran la Convención Constituyente chilena elegirán una nueva mesa directiva para el organismo.