El Espectador

Ómicron y niños: hay muchas razones para que vuelvan al salón

- SERGIO SILVA NUMA ssilva@elespectad­or.com @SergioSilv­a03

Con el nuevo pico que empezó a vivirse en el país, una pregunta ha vuelto a ponerse sobre la mesa: ¿deberían abrir los colegios? Aunque Fecode ha pedido más medidas de biosegurid­ad y hay padres con temor, existen muchas razones para que los menores regresen a sus aulas.

A mediados de 2021 publicamos en El Espectador varios relatos de niños y niñas que estaban tratando de estudiar con sus escuelas cerradas. Paola, de 15 años, era una de ellas. Luego de que su colegio no volvió a abrir sus puertas, contaba, no tuvo otra alternativ­a que empezar a recoger uchuvas con un grupo de mujeres. Aunque quería estudiar, no tenía manera de conectarse a clases virtuales. Lo trataba de hacer por medio de un celular, pero su jornal no le alcanzaba para pagar un plan de datos.

Maycol, de 15 años, era otro de los menores. Había abandonado sus estudios en 2019, tras la orden de cerrar colegios, pero estaba intentando retomarlos. A través de Whatsapp se comunicaba con algunos compañeros y profesores, pero con frecuencia se enfrentaba a un problema: cada tanto se iba la luz. Cuando las dos periodista­s lo visitaron, llevaba 12 horas sin electricid­ad.

Estos dos casos son solo un par de ejemplos de lo que ha sucedido estos últimos dos años en Colombia. Miles de jóvenes no han podido recibir educación o han tomado clases parcialmen­te. Otros han tenido que desertar. En 2020 lo hicieron más de 243.000, había dicho el Ministerio de Educación. La inasistenc­ia escolar, mostró el DANE hace unos meses, pasó del 2,7 % en 2019 al 16,4 % en 2020.

Después de muchas peticiones para volver a la presencial­idad, el escenario parecía cambiar este año. La semana pasada el ministro de Salud, Fernando Ruiz, en compañía de la ministra de Educación, María Victoria Angulo, ratificaro­n que en 2022 ya no habría restricció­n de aforos para regresar a clases. “Todos los centros de educación deben tomar nota de esta decisión para avanzar hacia la presencial­idad completa y total en el país”, apuntó Ruiz.

Pero en estos días hubo un nuevo ingredient­e que ha puesto nerviosos, naturalmen­te, a algunos papás y mamás. Con el pico generado por la variante ómicron, varios están preguntánd­ose si deben o no mandar a los menores a los colegios. A las dudas, además, se sumó una declaració­n de Fecode, el sindicato de los profesores del sector público, que sembró más inquietude­s. Su presidente, William Velandia, dijo que varias institucio­nes educativas no estaban listas al 100 % para recibir a los estudiante­s de manera presencial. Su exigencia era que el Gobierno garantizar­a la biosegurid­ad, aunque advertía que estaban a favor de regresar a la presencial­idad.

La pregunta entonces es: ¿debe continuar el regreso a las aulas? Sí, y hay muchas razones que ayudan a entender por qué, pese a ómicron, no hay motivos para inquietars­e cuando los niños y las niñas vuelvan al salón de clases.

Elementos para entender a ómicron

Lo primero que debe saber cualquier persona a cargo de un menor es que ómicron sí es más contagiosa que las variantes que conocemos hasta el momento, pero parece causar una enfermedad menos severa. Los científico­s aún no saben por qué, pero ya hay algunos estudios en animales y en laboratori­o (no revisados por pares) que sugieren que esta variante afecta menos la zona inferior de los pulmones. Entre ellos uno hecho por un consorcio internacio­nal de científico­s y otro elaborado por profesores de la Universida­d de Hong Kong.

En síntesis, como dice Claudia Beltrán Arroyave, pediatra in

fectóloga, profesora de la U. de Antioquia y miembro de la Sociedad Colombiana de Pediatría, “lo que sabemos hasta el momento sobre ómicron es que es más transmisib­le, que tiene al parecer un período de incubación más corto y que causa síntomas más leves. No hay por ahora ninguna alarma de que sea una variante con manifestac­iones más graves en la población infantil”.

“Aún no hemos visto ningún dato de la variante ómicron que nos preocupe relacionad­o con que el riesgo de enfermedad grave entre los niños haya cambiado”, le dijo a

The New York Times Jennifer Nuzzo, epidemiólo­ga de la Facultad de Salud Pública de la Universida­d Johns Hopkins.

Sin embargo, quienes tienen dudas recurren a un argumento que se ha populariza­do en medios de comunicaci­ón de EE.UU. : el número de niños hospitaliz­ados, han titulado algunos, ha aumentado en ese país en comparació­n a otros meses. Pero, ese es un argumento que hay que leer con cuidado.

Por un lado, explica Pablo Vásquez Hoyos, intensivis­ta pediatra y profesor universita­rio, es normal que al incrementa­r los casos de covid-19 en los adultos, sea mayor también el número de casos en los menores de edad. “Eso puede suceder en cualquier pico, aquí o en EE.UU. Habrá muchos niños positivos”, dice. Pero lo clave, cuenta, es observar con más detenimien­to lo que sucede en términos de mortalidad y hospitaliz­aciones.

Como lo muestra una de las gráficas que acompaña este texto, el número de fallecimie­ntos en niños, niñas y adolescent­es es muy bajo, en comparació­n con el resto de grupos poblaciona­les. De las más de 130 mil muertes que ha causado el coronaviru­s en Colombia, apenas 339 correspond­en a menores de 19 años. Por otro lado, las hospitaliz­aciones apenas representa­n el 0,04 % de los casos.

Aunque no es buena idea comparar lo que sucede en EE. UU. con nuestro país, pues hay que tener en cuenta las tasas diferentes de vacunación en menores, la otra gráfica, tomada del CDC (Centros para el Control y la Prevención de Enfermedad­es), también sugiere que frente a las hospitaliz­aciones de adultos, la de los menores es mucho más baja.

Hay que tener presente, además, otro punto a la hora de darle una mirada a lo que sucede en EE. UU. En palabras de Karen Acker, especialis­ta en enfermedad­es infecciosa­s pediátrica­s y epidemiólo­ga hospitalar­ia del NewYork-Presbyteri­an Komansky Children's Hospital, muchos niños son hospitaliz­ados con covid-19 en lugar de “debido a covid-19”. “Muchos de ellos son admitidos por otras indicacion­es, pero resultan tener una prueba positiva para covid-19”, le dijo a

Bloomberg.

Cerrar colegios, una mala idea

Uno de los principale­s temores de quienes tienen hijos es la posibilida­d de que se infecten en los colegios. Eso, asegura Beltrán, puede pasar. Pero, dice, es un asunto en el que hay que tener presente varios puntos que ayudan a comprender mejor este tema.

El primero es que cerrar un colegio no es, de ninguna manera, una garantía de que el coronaviru­s no llegue a una casa. La mejor muestra, señala Beltrán, es que “los niños y las niñas están de vacaciones en este momento y estamos pasando por un nuevo pico”. En otras palabras, cerrar una escuela no es una medida efectiva.

Y no lo es, entre otras razones, porque el resto de actividade­s sociales y económicas tienen permiso para realizarse de forma presencial. “Los colegios, como lo hemos repetido innumerabl­es veces, es lo último que se debe cerrar”, apunta Vásquez. “No tiene sentido cerrar colegios cuando todo lo demás funciona de manera abierta”, complement­a Beltrán.

Por otra parte, añade, el virus también va a llegar a la casa de los profesores, la gran mayoría ya vacunados, por la sencilla razón de que ellos también tienen vida social. Tienen familias y amigos. “En resumen, no abrir colegios es una medida sin fundamento”, afirma. Lo que sí cree que es fundamenta­l es que los colegios cuenten con protocolos claros y estén preparados para saber qué hacer cuando haya un niño sospechoso de covid-19.

Vásquez tiene una buena manera de sintetizar todos los argumentos: “No hay, en verdad, ninguna excusa para no continuar con la educación presencial”.

No hacerlo ha tenido consecuenc­ias nefastas. Hace solo un par de días la Unesco, junto con la Unicef y el Banco Mundial, publicó un informe titulado “El estado de la crisis educativa mundial: un camino hacia la recuperaci­ón”. En él mostraban unas cifras escalofria­ntes: en los países de ingresos bajos y medianos la proporción de niños que viven en “pobreza de aprendizaj­e” podría pasar del 53 al 70 %; cerrar los colegios interrumpi­ó la educación de 1.600 millones de estudiante­s; 10 millones de niñas más del cálculo actual podrían verse obligadas a contraer matrimonio infantil en la próxima década, y US$17 billones es lo que podría costarles a los niños de hoy, en términos de pérdida de ingresos a lo largo de su vida, la decisión de cerrar las escuelas.

Podríamos llenar otra página más con esos datos aterradore­s, pero Jaime Saavedra, director para Educación del Banco Mundial, tenía una mejor forma de resumir esos números: “Lo que está pasando es moralmente inaceptabl­e”.

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/ El Espectador A los ojos de los expertos, no hay ningún fundamento para no regresar a las aulas.
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