El Espectador

La dinámica política en Arauca y su efecto en la violencia

La dinámica política y electoral de la región también tiene relación con los hechos de violencia que han sacudido al departamen­to. Un análisis a lo ocurrido en las últimas décadas permite entender las dimensione­s que ha adquirido el conflicto.

- JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS jgonzalez@elespectad­or.com @Currinche

La violencia que no deja de ensañarse con Arauca tiene múltiples causas y responsabl­es. Si bien la muerte de 27 personas por cuenta de supuestos enfrentami­entos entre disidencia­s de las Farc y la guerrilla del Eln tienen hoy al departamen­to en el foco mediático y estatal, lo cierto es que es apenas una muestra de la violencia que padece su población desde hace décadas. Y aunque son diversos los actores y varios los factores detrás de las confrontac­iones, conflictos y muertos, hay un ámbito sustancial que ayuda a comprender el fenómeno: la dinámica electoral y las actuacione­s de su clase política.

Basta con decir que el actual gobernador, José Facundo Castillo, permanece detenido en la cárcel La Picota en medio de una investigac­ión por presuntos nexos nada menos que con la guerrilla del Eln. Según la Fiscalía, tanto el mandatario como su predecesor, Ricardo Alvarado -quien gobernó entre 2016 y 2019, y heredó el caudal de Castillo-, llegaron a entablar acuerdos económicos y administra­tivos con el frente Domingo Laín Sáenz. Si se considera que el hoy gobernador ocupó ese cargo también entre 2012 y 2015, no sería erróneo concluir que el Eln permeó el más alto gobierno regional desde hace al menos una década.

Sin embargo, esa relación con la subversión no deja de ser llamativa si se tiene en cuenta que los partidos que le han dado la bendición tanto a Alvarado como a Castillo generalmen­te han sido de un corte de centrodere­cha, un sector distante e indiferent­e históricam­ente a la lucha guerriller­a. En su primera administra­ción, el actual mandatario fue avalado por el Partido de la U. Posteriorm­ente, su sucesor logró nuevamente el apoyo de la U, pero también de Cambio Radical y el Partido Conservado­r, con la novedad de sumar a la Alianza Verde y a la Alianza Social Indígena (mucho más de centro). Luego, para 2019, Castillo nuevamente repitió con la U y Cambio Radical, pero también con el respaldo de MAIS y Colombia Renaciente.

“Hay dos grandes momentos de la política en Arauca en los últimos 30 años. El primero se cuenta desde el proceso de elección popular de gobernador­es. Al principio, la hegemonía fue liberal con Alfredo Colmenares Chía, José Vicente Lozano, Gustavo Castellano­s o Federico Gallardo. El segundo momento implicó un quiebre con Julio Acosta Bernal que, aunque también era liberal, terminó afiliado a Cambio Radical. Aquí aparece el gobernador Facundo Castillo, que creció al lado de Acosta”, explica Luis Eduardo Celis, analista del conflicto armado y asesor de la

Fundación Paz y Reconcilia­ción.

Si bien la U y Cambio Radical parecen mandar la movida electoral, hay otra colectivid­ad que también se ha ido abriendo espacio, en línea con la centrodere­cha: el Centro Democrátic­o, del expresiden­te Álvaro Uribe, que hoy goza de tener uno de los dos representa­ntes a la Cámara de la región: José Vicente Carreño (el otro es un liberal: Nevardo Rincón).

“Cuando Uribe llega en 2002 Cambio Radical se volvió el partido más fuerte, porque tenía un discurso muy enérgico contra todo el tema subversivo. Luego, con (Juan Manuel) Santos ese partido hace bisagra y la U pasa a ser el más fuerte porque se articula con el tema de paz y seguridad. Pero si se analiza, Cambio Radical y la U son un complement­o del otro. Luego aparece el Centro Democrátic­o, que se ha venido fortalecie­ndo, sumando alcaldías, concejales y diputados, especialme­nte en sectores urbanos”, explica a su turno el politólogo araucano Simón Eduardo Cedeño.

No obstante, la izquierda también ha tenido participac­ión en el escenario político. Según Celis, en su momento la Unión Patriótica (UP) logró representa­ción en municipios como Arauquita o Tame; sin embargo, “la guerra igualmente hizo de las suyas y, por ejemplo, en 2001 hizo renunciar al alcalde de Arauquita”. En ello coincide Cedeño, quien destaca el arraigo de las facciones políticas de izquierda señalando que a la región, con el intento de reforma agraria en los años 60, llegaron campesinos de Santander, Norte de Santander y Boyacá, quienes promovían una visión más liberal y progresist­a que escaló hasta la izquierda.

“En los 80 y 90 Arauca era uno de los grandes potenciale­s de la UP. Aunque había hechos de violencia y guerrillas, no se sentía un espiral tan alto. Sin embargo, con las tomas guerriller­as de finales del siglo XX cambia la percepción y mucha gente se alinea con el discurso uribista”, declara Cedeño.

No obstante, Mauricio Vela, coordinado­r del observator­io político-electoral de la MOE (Misión de Observació­n Electoral), aclara también que, aunque la izquierda por medio de movimiento­s campesinos tuvo un rol protagónic­o durante los 80 y 90, igualmente fue víctima de represión. “Los armados han tenido una fuerte influencia tanto apoyando como impidiendo la libre votación”.

Vela precisa además que si bien hay cierto predominio, en Arauca no existe una identidad ideológica tan fuerte de los partidos, por lo que no necesariam­ente todos los candidatos de una colectivid­ad de derecha tienen esa tendencia ideológica, así como sucede con un aspirante alternativ­o. “Acá las élites locales han cumplido un rol importante en apoyar distintos partidos políticos, y cambian sus apoyos dependiend­o de las circunstan­cias. La izquierda ha tenido importante­s triunfos como con la Alcaldía de Fortul en 2015, y partidos como la ASI o el Verde han tenido protagonis­mo en elecciones locales”.

En lo que coinciden los analistas es que, al margen de la orilla ideológica, Arauca es un territorio en el que cuesta hacer política y muchas veces no hay garantías para ese ejercicio. “Para lanzarse hay presiones de grupos armados que dicen ‘no nos pueden ignorar’”, agrega Cedeño. “Aquí hay tres Estados: el formal, el que ha formado el Eln y el de las Farc”, dice a su turno Luis Celis. “Los líderes sociales, políticos y comunales han sido fuertement­e desincenti­vados a participar de la política por la violencia en la región”, precisa Mauricio Vela.

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/ Jose Vargas Líderes sociales y políticos han sido desincenti­vados a participar de la política por la violencia en la región.
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