Sobre una columna por la muerte de E. O. Wilson
Me permito escribirles con respecto a la columna de El Espectador escrita por el excelente Héctor Abad Faciolince sobre el científico estadounidense E. O. Wilson, muerto recientemente. El Espectador publica traducciones al español de artículos de opinión publicados originalmente en The New York Times. Esto me hace sospechar que existe un acuerdo de cooperación entre los dos periódicos que podría utilizarse para publicar en El Espectador la necrología que publicó The New York Times sobre E. O. Wilson. Con todo el respeto y aprecio que tengo por Héctor Abad Faciolince, me atrevo a afirmar que Carl Zimmer, autor de la necrología de The New York Times, gran divulgador científico y autor de varios libros sobre la evolución, habla con mayor competencia y conocimiento de la vida y obra de E. O. Wilson. Y esta lectura podría completar o corregir algunos de los puntos mencionados por H. Abad Faciolince en su artículo:
• E. O. Wilson fue, sin discusión alguna, un gran científico. Pero su principal logro no fue la sociobiología, disciplina bastante discutida hoy en día, cuando se conoce mejor la complejidad de la interpretación del ADN y la influencia del entorno en esa interpretación (epigenética), vista mucho más mecánicamente por Wilson (quien creía que el comportamiento de todo ser vivo está escrito en sus genes).
• Si la sociobiología se puede utilizar con éxito para explicar comportamientos animales, su aplicación a los comportamientos humanos está mucho menos verificada.
• No se puede negar que esa visión mecanicista del ADN, base de la sociobiología, ha sido utilizada como fundamento “científico” del racismo y de otras ideologías de extrema derecha.
• Las críticas que recibió Wilson a lo largo de su vida no son raras en el mundo científico, donde toda teoría es discutida hasta que no sea demostrada completamente (lo cual puede tomar décadas o siglos en algunos casos). Esas discusiones son raramente corteses. Y el cambio de posición de Wilson en sus últimos años sobre una teoría que él mismo ayudó a construir (inclusive fitness) le trajo críticas virulentas de muchos de sus antiguos discípulos, por ejemplo.
• Wilson no fue excepción a esas críticas violentas a sus contradictores: existen varios ejemplos de ese comportamiento (del cual Wilson no sería culpable, según lo dicho, puesto que estaría escrito en sus genes).
• En resumen, recordemos a Wilson, por su gran labor de divulgación (que le hizo merecer dos premios Pulitzer), por su defensa de la biodiversidad y sus alertas contra los peligros de extinción de varias especies: eso ya lo hace un personaje extraordinario. Y miremos con mucha reserva sus ensayos de aplicar la sociobiología a los humanos.