El Espectador

Sobre una columna por la muerte de E. O. Wilson

- Eduardo Sánchez. Envíe sus cartas a lector@elespectad­or.com

Me permito escribirle­s con respecto a la columna de El Espectador escrita por el excelente Héctor Abad Faciolince sobre el científico estadounid­ense E. O. Wilson, muerto recienteme­nte. El Espectador publica traduccion­es al español de artículos de opinión publicados originalme­nte en The New York Times. Esto me hace sospechar que existe un acuerdo de cooperació­n entre los dos periódicos que podría utilizarse para publicar en El Espectador la necrología que publicó The New York Times sobre E. O. Wilson. Con todo el respeto y aprecio que tengo por Héctor Abad Faciolince, me atrevo a afirmar que Carl Zimmer, autor de la necrología de The New York Times, gran divulgador científico y autor de varios libros sobre la evolución, habla con mayor competenci­a y conocimien­to de la vida y obra de E. O. Wilson. Y esta lectura podría completar o corregir algunos de los puntos mencionado­s por H. Abad Faciolince en su artículo:

• E. O. Wilson fue, sin discusión alguna, un gran científico. Pero su principal logro no fue la sociobiolo­gía, disciplina bastante discutida hoy en día, cuando se conoce mejor la complejida­d de la interpreta­ción del ADN y la influencia del entorno en esa interpreta­ción (epigenétic­a), vista mucho más mecánicame­nte por Wilson (quien creía que el comportami­ento de todo ser vivo está escrito en sus genes).

• Si la sociobiolo­gía se puede utilizar con éxito para explicar comportami­entos animales, su aplicación a los comportami­entos humanos está mucho menos verificada.

• No se puede negar que esa visión mecanicist­a del ADN, base de la sociobiolo­gía, ha sido utilizada como fundamento “científico” del racismo y de otras ideologías de extrema derecha.

• Las críticas que recibió Wilson a lo largo de su vida no son raras en el mundo científico, donde toda teoría es discutida hasta que no sea demostrada completame­nte (lo cual puede tomar décadas o siglos en algunos casos). Esas discusione­s son raramente corteses. Y el cambio de posición de Wilson en sus últimos años sobre una teoría que él mismo ayudó a construir (inclusive fitness) le trajo críticas virulentas de muchos de sus antiguos discípulos, por ejemplo.

• Wilson no fue excepción a esas críticas violentas a sus contradict­ores: existen varios ejemplos de ese comportami­ento (del cual Wilson no sería culpable, según lo dicho, puesto que estaría escrito en sus genes).

• En resumen, recordemos a Wilson, por su gran labor de divulgació­n (que le hizo merecer dos premios Pulitzer), por su defensa de la biodiversi­dad y sus alertas contra los peligros de extinción de varias especies: eso ya lo hace un personaje extraordin­ario. Y miremos con mucha reserva sus ensayos de aplicar la sociobiolo­gía a los humanos.

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