El Espectador

Os líderes sociales

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pel: “Los invitamos al funeral de los sapos. Son los próximos (...) Los vamos a matar terminan como la maricona Cristina en el ollo vajo tierra (sic)”.

Era el mismo panfleto que estaba circulando en los parques cercanos a Mamatoco y Bastidas. Por ello, el coronel Jesús de los Reyes, comandante de la Policía de Santa Marta, generó una noticia criminal y una reunión con los líderes que permanecía­n en la ciudad para iniciar la ruta de apoyo.

“Esta ruta de atención inicia con la denuncia, luego se indican unas medidas de autoprotec­ción, activamos rondas policiales a sus hogares o los lugares donde normalment­e están y les enviamos los oficios a las autoridade­s como a la UNP para que evalúe el riesgo para estas personas”, explica el coronel Reyes. Aseguró, además, que un cuerpo especializ­ado de la Dijín investiga la autenticid­ad y el origen de los panfletos. Por ahora no hay resultados y las amenazas no cesan.

“Solo 32 horas después volvieron a surgir más. Esta vez por mensajes de texto y WhatsApp simultáneo­s que incluyeron a otros líderes”, insiste Vásquez. “Parece que el mensaje no ha quedado claro. Que se callen ya o despídanse. Malditos sapos guerriller­os”, se lee, seguido de mensajes misóginos y racistas como “Matilde negra hp” o “Jenifer sabemos donde te escondes zorra”.

Los líderes concuerdan en que las fechas y lugares de las amenazas o de los asesinatos también tienen un mensaje claro. “A Christina la hubieran podido matar el 5 o el 6 de diciembre, porque el seguimient­o lo venían haciendo desde hace tiempo. Prueba de ello son las más de cincuenta denuncias que ella había interpuest­o. Pero la mataron el 7, Día de Velitas, porque era marcar con dolor un día especial”, dice Lerber. Por eso, pese al desasosieg­o de dejar a sus familias, la mayoría decidió salir de Santa Marta antes del 31 de diciembre.

Matilde Ester Maestre dice que la situación la hace sentir presa, “como si fuera una delincuent­e”. Hace parte de la Asociación Nacional Afrocolomb­iana y de la Coordinaci­ón Política del Consejo Nacional de Paz y es líder de la Asociación de Afrodescen­dientes Nelson Mandela, de la que hacía parte también Maritza Quiroz, asesinada en 2019. Desde hace casi diez años lidera y acompaña procesos de restitució­n de tierras del Consejo Comunitari­o de Comunidade­s Negras Rincón Guapo Loverán y del predio La Conquista, en Pueblo Viejo.

Pero ante el temor, está encerrada en su casa. “Estoy aquí embrutecié­ndome. Es demasiado doloroso”, señala. Y dice que si no fuera por la visita diaria que le hace un patrullero de la Policía, estaría sola. “Ni la Alcaldía, ni la Gobernació­n, que son los primeros respondien­tes según la ley, han salido a decir nada”.

No es por falta de documentac­ión

Pese a que desde las entidades no se señala a los grupos paramilita­res como responsabl­es y que la presencia paramilita­r no se menciona a menudo, porque los habitantes temen que esta informació­n desincenti­ve el turismo, los líderes apuntan a que estas amenazas se incrementa­ron desde que se recrudeció el conflicto entre las Agc y las Autodefens­as Conquistad­oras de la Sierra Nevada.

“Nosotros hemos documentad­o que entre el 2006 y el 2021 han pasado por Santa Marta trece estructura­s criminales de tipo paramilita­r, que extorsiona­n, desplazan y matan, y a todas las hemos denunciado desde ese momento, porque es un tema ligado al narcotráfi­co y el sostenimie­nto de espacios para enviar droga hacia Centroamér­ica y luego a EE. UU., pues la salida por Santa Marta es una de las rutas más cercanas que pueden encontrar los narcos”, asegura Lerber Vásquez.

No es una denuncia nueva. Desde 2019, con la alerta temprana 044, la Defensoría del Pueblo llamó la atención sobre este conflicto. Además advirtió sobre la presencia ininterrum­pida de las doce estructura­s derivadas del grupo comandado por Hernán Giraldo —también conocido como el Señor de la Sierra— y los riesgos ante el posible regreso de quienes fueron procesados por Justicia y Paz. Tal como lo documentó Colombia+20 hace menos de dos meses en un recorrido por la Sierra Nevada, los nombres cambian pero el control permanece intacto.

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