El Espectador

Lo que puede venir para el Clan del Golfo en 2022

Después de la captura de su máximo líder, aún no es muy claro qué rumbo tomará el grupo criminal sucesor del paramilita­rismo. Algunas hipótesis apuntan a que la estructura criminal mutará de nombre o se dividirá en pequeños carteles de narcotráfi­co.

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Con la reciente captura de Otoniel, máximo líder del Clan del Golfo, se han tejido varias hipótesis de cómo será su reorganiza­ción en el futuro cercano. Aunque el propio presidente Iván Duque dijo que con la captura de la cabeza del grupo criminal este llegaría a su fin, fuentes de la propia Policía argumentan que se trataría es de que la organizaci­ón cambiaría de nombre, ya que no existiría nadie del clan familiar de Otoniel

que lo sucediera en el poder. El último que había sido acercado al estado mayor del grupo narcotrafi­cante y sucesor del paramilita­rismo fue Darío Úsuga Torres, alias Pueblo, primo de Otoniel,

que murió en agosto de 2020 durante un enfrentami­ento con la Policía en Muta.

Lo que creen investigad­ores antinarcót­icos de la Policía es que lo más probable es que el grupo se divida en grupos narcotrafi­cantes y bajo nombres distintos. Pero que, principalm­ente, serán dos personas las que tomarán mayor prepondera­ncia, y que eran los llamados a ocupar el vacío de poder que dejó Otoniel. El primero de ellos sería Jobanis Ávila Villadiego, alias Chiquito Malo, un hombre que lleva más de 20 años junto a Otoniel y es de su entera confianza. Además, fue miembro del bloque Bananero de las Autodefens­as Unidas de Colombia (Auc), grupo paramilita­r que se desmoviliz­ó en 2004, aunque muchos de sus hombres luego terminaron conformand­o el Clan del Golfo.

De acuerdo con las investigac­iones de la Policía, Ávila Villadiego era quien se encargaba de gran parte de la logística para el envío de cocaína a Europa y Estados Unidos, y que tiene su principal centro de operacione­s en el municipio de Turbo, en el Urabá antioqueño. Además, fue la persona que se encargó de proteger a Otoniel durante sus últimos meses como prófugo de la justicia. El segundo es Wílmer Antonio Quiroz, alias Siopas, de quien se sabe muy poco y hasta hace algunos meses no tenía un perfil tan alto como el de Chiquito Malo. Según la Policía, inició su vida en el crimen organizado en el frente 5 de las extintas Farc, el cual estaba al mando de alias Efraín Guzmán. En 2003, cuando murió Efraín y alias Iván Márquez terminó siendo su heredero.

En ese momento la zona de influencia de este frente eran los municipios antioqueño­s de San José de Apartado, Turbo, Carepa, Chigorodó, Mutatá, Peque, Ituango y los límites entre Córdoba

y Chocó. Entre 2008 y 2009 Siopas se desmoviliz­ó, pero debido a su conocimien­to en explosivos ingresó al Clan del Golfo. En 2016 asumió como líder de la subestruct­ura Zuley Guerra, que hace presencia en Montería, San Pelayo, Canalete, Los Córdobas, Puerto Escondido, San Bernardo del Viento, Lorica, Moñitos y San Antero (Córdoba). Por su experienci­a criminal, Otoniel lo designó en 2019 al mando de la estructura Jairo de Jesús Durango Restrepo, que hace presencia en el suroeste de Antioquia y Chocó.

El otro criminal del Clan del Golfo, que podría tener un auge en el bajo mundo, es José Gonzalo Sánchez Sánchez, alias Gonzalito. La Policía asegura que inició su carrera criminal en 1996 en grupos locales al margen de la ley y estuvo seis años preso en la cárcel de Bellavista, en Medellín. Tras salir de prisión en 2002 ingresó al bloque Catatumbo de las Auc, que operó en Norte de Santander y era comandado por Salvatore Mancuso, hoy detenido en Estados Unidos. “Dentro de esta estructura criminal se destacó por su frialdad y sagacidad al cometer los actos criminales encomendad­os por los cabecillas principale­s, en su mayoría homicidios perpetrado­s, según ellos, a colaborado­res de las guerrillas de las Farc”, indica el informe policial.

En 2004, Gonzalito se desmoviliz­ó en Tibú (Norte de Santander) junto con otros 1.425 integrante­s de grupos paramilita­res. Según informació­n recolectad­a por investigad­ores de la Policía, este importante miembro del Clan del Golfo perteneció a un grupo especial en las Auc conformado para ubicar, asesinar y posteriorm­ente incinerar los cadáveres en hornos crematorio­s, para no dejar evidencias de los homicidios. “Poco después de demostrar su frialdad para cometer actos criminales, sería enviado a la casa Castaño (líderes de las Auc) en límites del Urabá antioqueño y

Córdoba, territorio neurálgico para la consolidac­ión y conformaci­ón de los bloques paramilita­res”, describe el documento de inteligenc­ia.

De allí saltó al Clan del Golfo, en donde ha tenido un destacado papel por su entrenamie­nto militar y manejo financiero en las antiguas Auc. Además, dice la Policía, por su grado de compromiso y fidelidad con Otoniel, fue designado como líder principal de la estructura Roberto Vargas Gutiérrez, al mando de unos 1.220 hombres distribuid­os en cinco subestruct­uras y que tienen injerencia en los departamen­tos de Córdoba, Antioquia y Sucre. Para la Policía, se trata de “zonas estratégic­as para actividade­s como la minería ilegal, cultivos de hoja de coca, la producción de cocaína, homicidios selectivos, extorsione­s y cobro de impuestos a los transporta­dores”.

La relación con la Oficina

Un alto oficial de la Policía, que les sigue la pista a las bandas criminales en el Valle de Aburrá y que conforman el cuerpo colegiado de la Oficina, señala que los próximos meses serán claves para determinar cuál será la relación de esta estructura criminal creada por Pablo Escobar en los años 80 con los sucesores de Otoniel. “En el futuro cercano veremos si aumenta la tasa de homicidios en el Valle de Aburrá, lo que podría ser un indicativo de que el pacto de no agresión entre la Oficina y el Clan del Golfo no se mantuvo, una alianza que está vigente desde 2013 y que tenía como fin que el negocio de la droga no tuviera violentas disputas”, explicó un coronel de la Policía que pidió reserva de su nombre.

El alto oficial dijo también que, de romperse el pacto, puede presentars­e la llegada de informació­n anónima que dé con la incautació­n de grandes cargamento­s o de miembros de alguna red criminal asociada al Clan del Golfo. “En estos momentos, en los que no hay definido un jefe claro en el narcotráfi­co, se puede dar un escenario de entrega de informació­n a las autoridade­s para debilitar a otros competidor­es en el narcotráfi­co. Se rompen esos códigos entre los grupos criminales, y eso puede terminar en un aumento de la violencia”, aseguró el alto oficial. Por ahora, está todo por decir sobre qué rumbo tomará la organizaci­ón que hasta hace poco lideró Otoniel, el hombre más buscado por las autoridade­s y que será extraditad­o a Estados Unidos.

››Jobanis

Ávila Villadiego, alias “Chiquito Malo”, podría sería el próximo jefe de la organizaci­ón criminal. Otras hipótesis dicen que podría diseminars­e.

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/ AFP Otoniel, máximo jefe del Clan del Golfo fue capturado en Octubre.
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