El Espectador

Cabañuelas

- GONZALO MALLARINO

SI NOS ATENEMOS A LO QUE HA OCUrrido en nuestro país los primeros días del año, las cosas pintan mal. Las señales —como las que antaño se usaban para predecir cómo iba a estar el clima, observando los primeros días de enero— son muy oscuras.

La violencia del narcotráfi­co en Arauca está golpeando brutalment­e a la población civil. Los enfrentami­entos entre disidencia­s de las Farc y el Eln dejan muertos, desplazami­entos y terror entre las comunidade­s. Y el asesinato de líderes comunitari­os en otras regiones tampoco para. El Gobierno solo atina a hacer “consejos de seguridad”. La gente está indefensa, abandonada a su suerte.

El pandemóniu­m de las celebracio­nes de fin de año dejó también dos muertos y miles de quemados con pólvora, muchos de ellos niños. Sus propios padres o cuidadores propiciaro­n que se quemaran, por estar borrachos o por indolentes. Además, en algunos casos no los llevaron con premura a los hospitales, prefiriero­n ocultarlos. Esto ya es inconcebib­le, somos un país muy bárbaro.

Fiestas y carnavales volvieron a aglomerar a la gente, en el momento en que la pandemia se ha revitaliza­do y vuelve con fuerza. No se veía a casi nadie usando el puñetero tapabocas, como si la cosa no fuera con ellos, como si estuviéram­os en Venus. Naturalmen­te, ya los servicios de urgencias y las unidades de cuidado intensivo están a punto de explotar.

Por último (de momento), el Gobierno sigue insistiend­o en que vamos divinament­e, en que la economía está creciendo al mayor ritmo observado en 100 años. Como lo ha señalado Salomón Kalmanovit­z en esta diario, eso no es verdad. Los índices altos sólo surgen si se compara el 2021 con el 2020, en el que hubo una enorme contracció­n, pero no con el 2019. En todo caso, las cifras de desempleo y pobreza son incontrove­rtibles.

Los ricos siguen enriquecié­ndose, los pobres siguen en la miseria. De verdad, ¿alguien puede pensar que con estos niveles de desigualda­d somos viables como país? Entre tanto, festival de puestos en la Contralorí­a, en la Fiscalía, en la Procuradur­ía, cuando el partido de gobierno había jurado ser inmune a la peste del clientelis­mo. Pura paja.

Mal, mal, esto pinta muy mal. Estos últimos meses de Duque serán los peores.

En fin, mal empieza la semana para el que ahorcan el lunes, como decía mi mamá.

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