El Espectador

¡Hasta cuándo, monseñor!

- JULIO CÉSAR LONDOÑO

LAS DECLARACIO­NES DE MONSEÑOR Darío Monsalve, arzobispo de Cali, le cayeron como una patada en la entrepiern­a a la extrema derecha.

“La cruel realidad de masacres, persecucio­nes políticas, revocatori­as, desbarajus­te socioeconó­mico y ambiental, torpeza diplomátic­a, su derroche burocrátic­o y su talante autoritari­o, enemigo jurado de la paz, desmienten el triunfalis­mo publicitar­io del Gobierno”, decía el comunicado de monseñor sobre la tragedia social de Arauca, departamen­to controlado por tres fuerzas: el Eln, los paramilita­res y el uribismo, es decir, dos fuerzas. Recordemos que Arauca es un fortín uribista y que el No arrasó allá en el plebiscito.

De inmediato protestaro­n tres alfiles de segunda línea del Centro Democrátic­o. Ernesto Macías, apóstol de la paz desde la tarde del 7 de agosto de 2018 y rey de las “jugaditas” desde la Presidenci­a del Congreso, escupió una frase digna de esos curas que incendiaba­n la grey desde los púlpitos en los años 50: “¿Hasta cuándo los católicos soportarem­os al politiquer­o arzobispo de Cali? Es tan mal cristiano que debe ser un buen ateo”.

El senador Gabriel Velasco dijo: “El arzobispo Monsalve nunca se ha parado del lado de los caleños, él es un evangeliza­dor de ideologías utópicas trasnochad­as”.

Nota. Cuando Velasco dice “caleños” se refiere a los pistoleros de bien, tipo Andrés Escobar, digamos. Es comprensib­le entonces que considere utópico pedirles perdón a los indígenas, la defensa de los derechos humanos o preocupars­e por la suerte de los araucanos.

El representa­nte Christian Garcés dice que monseñor “se vale de su estatus clerical para cuestionar y/o defender políticos a convenienc­ia. Es una lástima que un jerarca de nuestra Iglesia se comporte como gamonal en época de elecciones. ¡La sotana no es para hacer política!”. (Dice “nuestra Iglesia”, es decir, blanca, juiciosa, gobiernist­a, sin alborotos indigenist­as, ni araucanos, ni de “primera línea”).

Ño Garcés sueña con el porte de armas sin restriccio­nes. Sabe que lo que le falta a este país es plomo, hijueputas, y lo que le sobra son las protestas y los grafitis. Piensa, en su santa simplicida­d, que lo grave no son el genocidio y las violacione­s sino los grafitis que denuncian esas infamias.

Los tres coinciden en que la Iglesia debe ser apolítica. ¿En qué mundo viven? ¿De verdad ignoran que los dioses están en la nómina del rey desde que el mundo es mundo? No creo. No son brutos del todo. Lo que les molesta es que Monsalve se salga de la fila. Son tres católicos perplejos: ¡Un monseñor de nuestra Iglesia resultó respondón!

Los tres miran a Roma y piden con fervor la cabeza de Monsalve.

No es la primera vez que los pistoleros miran a Roma ni la primera vez que monseñor molesta a los pistoleros. La más sonora fue cuando llamó “genocida” al Gobierno de Duque. Entonces la extrema derecha elevó la queja al Vaticano; y el Vaticano, que lleva 1.500 años mamando de la teta real pero no es pendejo, respaldó a monseñor: “La palabra de un arzobispo cercano a su pueblo merece considerac­ión y respeto”, dijo Bruno-Marie Duffe, secretario general del Dicasterio para la Promoción del Desarrollo Humano Integral del Vaticano y miembro del gabinete del papa Francisco. (Con la discutida excepción de Pío XII, los papas nunca han sido de extrema derecha).

De todas maneras, querido monseñor, ande con cuidado. Recuerde que a varios capos de la mafia y la política no les gustó su trabajo en las comunas de Medellín, por eso tuvo que radicarse en Cali. Y recuerde que en Cali ya “le dieron piso” a un arzobispo que había prometido denunciar la procedenci­a de los “dineros calientes” de esta calientísi­ma ciudad.

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