El Espectador

Malos empleos, poca e injusta protección

- MARÍA TERESA RONDEROS

¿SE CAMBIÓ AL RÉGIMEN DE AHORRO privado de pensiones temprano en su carrera laboral y ahora, cuando ve el ingreso con el que se va a jubilar, se sienta a llorar? ¿Es usted un joven que empieza su negocio y cotizar a salud y pensión para poder cobrar sus cuentas le resta casi la tercera parte de sus magros ingresos?

Los informes que la Misión de Empleo —un panel de expertos nacionales e internacio­nales que creó el Gobierno para evaluar a fondo el mercado laboral y los sistemas de protección social— publicó esta semana responden estas y otras preguntas sobre nuestra injusticia laboral acumulada.

Es como si los gobernante­s se hubieran dedicado durante años a ponerles parches a las ruedas desinflada­s de un carro que anda cada vez peor.

La Misión contó 92 parches: códigos, leyes, sentencias y decretos incoherent­es entre sí que han terminado por ofrecer incentivos perversos para que la gente no se formalice; darle protección social a una minoría y favorecer más a los ricos que a los pobres; gastar mucho dinero de los contribuye­ntes en formar gente que no consigue trabajo en lo que aprendió y montar una justicia laboral escuálida.

En Colombia hay 7,1 millones de empresas y, de esas, 6,9 millones apenas tienen entre uno y tres empleados. Entonces el típico trabajador colombiano no es el de las propaganda­s, sonriente y flotante en un campo florido. Son empleados de malos trabajos que les dan esas microempre­sas propias o ajenas, que rotan de un puesto a otro, que a veces aportan a pensión y a salud y a veces no.

Los políticos repiten que solo es cuestión de crecer la economía para que todo se arregle, pero el informe halló que esta creció el 78 % desde 2007 y apenas consiguió que los trabajador­es informales de las ciudades disminuyer­an en un 8,5 %.

Formalizar­se sale caro. Según la Misión, si se formalizan los trabajador­es independie­ntes que ganan salario mínimo, que son la mayoría, deben aportar una proporción mayor de sus ingresos a salud y pensión (casi la tercera parte) que uno que gane dos o tres salarios, y la cobertura en salud no le cambia... ¿entonces para qué formalizar­se? Menos ganas aún tendrán de hacerlo cuando puede que el aporte a pensión no les sirva de nada, pues la mayoría de los trabajador­es no consiguen acumular suficiente ahorro para pensionars­e.

Mientras el sistema les pone barreras a los informales para estar mejor protegidos, subsidia más las pensiones de los ricos que de los pobres: el 20 % más rico de los pensionado­s por seguridad social pública se llevan casi $7 de cada $10 que el Estado paga por pensiones.

Las pensiones privadas no son más justas. De un aporte promedio del 14,25 % que hace un trabajador colombiano a un fondo privado, realmente apenas ahorra el 11,5 %. La diferencia se va en seguro, en financiarl­es la pensión mínima a quienes no la logran y en pagarles a los fondos la administra­ción. Como los ahorros deberían rentar en promedio 20 % anual para recuperar su valor real y apenas rentan el 4 o 5 %, la mesada pensional resulta pírrica.

Puede que este reporte se quede guardando polvo, como muchos otros de nuestras pomposas misiones de expertos. No obstante, a los ciudadanos nos sirve para exigirles a los candidatos que expliquen cómo van a hacer crecer esos 6,9 millones de empresas de menos de tres empleados y no solo el PIB, y cómo les van a garantizar a todos —y no solo a los más ricos— una protección social real.

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