Desencantado
EL TÍTULO DE LA COLUMNA DE Thierry Ways sobre la película Encanto, de Disney, cae bien para titular esta sobre los resultados recientes de la Misión de Empleo encomendada por el Gobierno Duque.
El desencanto con los resultados de la Misión empieza con la verdad de perogrullo que eligieron como primer resultado principal de su trabajo: “El mercado laboral en Colombia funciona mal”, y termina con recomendaciones útiles (por ejemplo, mayor protección a los trabajadores), pero que infortunadamente ignoran el asunto de fondo: ¡la creación de empleo con una mejor estructura productiva!
No hay encanto cuando se confunden medidas complementarias con medidas sustanciales. La Misión prefirió inclinarse por un enfoque reformista, siguiendo la costumbre de resaltar aspectos periféricos a la creación de empleo: reformas pensionales, reformas de salud, reformas para la protección a los desempleados y ajustes al salario mínimo, entre otros. Discusiones importantes, que sin duda deben ser atendidas, pero que no llevan a la creación de empleo si, por un lado, no se fortalecen las capacidades del aparato productivo (infraestructura, innovación, educación, investigación y desarrollo, e incluso seguridad) y si no se implementan, por otro, medidas dinamizadoras de empleo a través de proyectos públicos, que a escala comunitaria pueden crear empleo rápidamente y atender necesidades inmediatas de la población (mejoras físicas en escuelas de las veredas, puestos de salud, cuidado de adultos mayores, granjas comunitarias).
El problema del desempleo no es cuestión de aceitar una máquina sino de transformarla, con una visión que reconozca la heterogeneidad de las capacidades productivas regionales, con una mejor articulación institucional del orden nacional con el orden departamental y municipal (también con la activación de estructuras institucionales regionales), y con el objetivo claro de generar empleo a través de un cambio estructural en el que se impulsan la modernización de los sectores agrícola y de la industria manufacturera y la calidad de los servicios de educación y salud. Estos son sectores en los que se puede aumentar la productividad laboral y a la vez crear más puestos de trabajo. El país necesita una nueva estrategia de desarrollo productivo, con empleo y salarios más altos derivados de una mayor productividad y competitividad internacional (y más diversificación exportadora) del aparato productivo colombiano.
En términos políticos, esa transformación es menos aséptica que la visión reformista. Requiere políticas estatales más activas, blindadas por mecanismos de transparencia y lucha contra la corrupción, mayores ingresos tributarios castigando la evasión y la elusión, y poniendo a pagar más a las personas de más altos ingresos y riqueza para financiar bienes públicos. Debe, por supuesto, contar con un liderazgo político para lograr convergencias de los sectores privado y público. Para salir de la senda de desempeño económico mediocre, el próximo Gobierno debe jugársela por este camino. Puede ser responsable y a la vez ambicioso. Se trata de fortalecer una plataforma económica al servicio de la gente. Es la alternativa económica al reformismo, que es poco contundente para alcanzar resultados económicos diferentes a los actuales, y al populismo, que promete cambio, pero viene con sello de insostenibilidad y falta de seriedad.
César Correa Martínez