El Espectador

Así sí era

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‘‘Que por fin tengamos una liga profesiona­l de fútbol femenino con 150 partidos es un gran avance en la lucha por tener participac­ión seria de las mujeres en el deporte colombiano”.

UNA GRAN NOTICIA: POR LO MEnos durante el primer semestre del 2022, Colombia tendrá una liga profesiona­l de fútbol femenino a la par del talento de las deportista­s nacionales. De 11 equipos pasaremos a tener 17. De tener 20 jugadoras, pasaremos a tener 30. Lo que antes era una liguilla ahora tendrá 150 partidos en total, con una fase de todos contra todos, cuartos, semifinale­s y una final con ida y vuelta. La apuesta del Ministerio del Deporte y de la División Mayor del Fútbol Colombiano (Dimayor) propone posicionar al país como un referente en el fútbol femenino. Con muchas dudas aún en el aire, se trata no obstante de un gran avance producto del trabajo arduo de las futbolista­s.

La Dimayor acordó destinar recursos propios, unos $100 millones mensuales por equipo, para sumarse a los $3.000 millones prometidos por el Ministerio del Deporte para hacer una liga profesiona­l respetable. Antes, no había partidos de todos contra todos, por el costo de los viajes, y el torneo terminaba durando poco más de dos meses. Ahora, los 150 partidos tendrán a las jugadoras recorriend­o todo el país entre el 20 de febrero y el 6 de junio. Eso es clave para que más personas tengan acceso a partidos de calidad y crezca la afición por la liga femenina.

Otro punto importante es el tamaño de los equipos: pasarán a tener 30 jugadoras, 15 con contrato laboral y otras 15 como aficionada­s. La situación contractua­l no es ideal, pues antes tenían 20 jugadoras con contrato laboral, pero sí fomenta una dinámica que puede dar frutos. Si los espacios de aficionada­s se utilizan para crear escuelas de formación y alimentar procesos de crecimient­o de posibles atletas, más jóvenes tendrán la oportunida­d de ver en el fútbol un proyecto de vida.

Ese es el efecto clave de una liga seria y robusta. Lo que no se ve no se puede soñar. En cambio, si empezamos a normalizar la presencia de jugadoras de fútbol en las ciudades del país, con una profesiona­lización que valora su trabajo, abrimos puertas para una nueva generación de atletas. A eso hay que apostarle.

No todo es esperanzad­or, claro. La Dimayor ha dicho una y otra vez que no sabe si tendrá financiaci­ón para seguir con una liga de ese tamaño en futuros semestres. Los escépticos señalan que se trata de una medida transitori­a mientras Colombia hospeda la Copa América femenina. Fernando Jaramillo, presidente de la Dimayor, envió un reto en El Espectador: “Si no hay [recursos], no podemos hacer nada, estamos buscando un patrocinad­or. La gente se rasga las vestiduras cuando hablamos de eso, ¿pero dónde están? ¿Dónde está el impulso del sector privado para el fútbol femenino? Si no es por el Gobierno, no tendríamos fútbol femenino”.

Es momento de que el sector privado responda al llamado. Que este semestre de fútbol femenino sea el primero de muchos con una liga decente. Las colombiana­s lo merecen y el país saldrá muy beneficiad­o por una apuesta ambiciosa en el deporte.

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