El Espectador

Reactivar economías empoderand­o a las mujeres

La ministra de Finanzas de Indonesia propone acciones para mejorar la gestión global frente a futuras pandemias y otras catástrofe­s.

- SRI MULYANI INDRAWATI * ESPECIAL PARA EL ESPECTADOR YAKARTA

Como optimista nata que soy, creo que 2021 fue un año de recuperaci­ón. La pandemia del covid19 aún no termina, pero hay un rayo de esperanza hacia un futuro mejor, tanto en el sector de la salud como para la economía en términos más amplios. Las vacunas, seguras y eficaces, redujeron las muertes por covid-19, y las intervenci­ones fiscales de los gobiernos estimularo­n el crecimient­o económico; pero la recuperaci­ón mundial sigue siendo dispareja, debido a la diversidad de las situacione­s económicas prepandemi­a de los países y a políticas de estímulo divergente­s.

Es cierto, las vacunas contra el covid-19 implicaron un cambio radical. El aumento de las tasas de vacunación impulsó la inmunidad de rebaño y generó oportunida­des para flexibiliz­ar las restriccio­nes y poner en marcha la economía. Sin embargo, a pesar de que las institucio­nes multilater­ales se han esforzado para garantizar una distribuci­ón mundial equitativa de las vacunas, muchos países en vías de desarrollo aún enfrentan dificultad­es para obtener dosis suficiente­s para sus ciudadanos, mientras las economías avanzadas vacunan a una velocidad endiablada. Esto da lugar a una recuperaci­ón mundial desigual y exacerba la inequidad.

Debido a que el hilo se corta por lo más débil, en la lucha contra la pandemia la colaboraci­ón global es fundamenta­l. Todos los países desean controlar el virus y volver a la vida normal. Las institucio­nes multilater­ales deben, por lo tanto, adoptar un papel mayor para garantizar que todos puedan implementa­r rápidament­e sus programas de vacunación.

Debemos crear un sistema de alerta temprana y mejorar nuestra preparació­n para hacer frente a las crisis de futuras pandemias, con recursos, mecanismos de gobernanza, procesos para la toma de decisiones e informació­n compartida. La gestión de las frecuentes tensiones entre la soberanía nacional y la gobernanza mundial será un desafío clave. Como dejó en claro la pandemia del covid-19, si no lo hacemos corremos el riesgo de enfrentar daños catastrófi­cos en el futuro.

En cuanto a la economía, los países están en distintas situacione­s de recuperaci­ón e implementa­ndo diversos tipos de estrategia­s pospandemi­a, tanto en términos de las políticas que eligen como de los momentos en que deciden implementa­rlas. Pero en un mundo con muchos sistemas financiero­s y económicos diferentes, aunque relacionad­os y extremadam­ente interconec­tados, la reducción de los estímulos en un país afectará a otros. En especial, la normalizac­ión de la política monetaria en las economías desarrolla­das, si no se comunica de manera transparen­te, puede aumentar la volatilida­d en los mercados emergentes y causar la salida de flujos de capital, con efectos desestabil­izadores.

La crisis del covid-19 puso una presión enorme sobre las finanzas públicas de muchos países en vías de desarrollo y dejó a sus gobiernos en dificultad­es por el crecimient­o de los niveles de endeudamie­nto debido a la lucha contra la pandemia. Las institucio­nes financiera­s internacio­nales y los acreedores privados deben colaborar para garantizar un esquema para asistirlos, que distribuya la carga de manera justa. Aunque el enfoque personaliz­ado concebido dentro del marco común de la iniciativa de suspensión de los servicios de la deuda del G20 es útil, este alivio solo representa una medida temporal. Las institucio­nes multilater­ales deben brindar más supervisió­n y orientació­n para hacer frente a los crecientes problemas del endeudamie­nto en las economías en vías de desarrollo y mitigar sus graves dificultad­es financiera­s.

A medida que se afianza la recuperaci­ón económica, las cadenas de aprovision­amiento global interrumpi­das por la pandemia no pueden ajustarse inmediatam­ente para cubrir el actual crecimient­o de la demanda. Probableme­nte se trate de un problema transitori­o, pero es costoso. La pandemia debiera entonces llevar a las empresas y los responsabl­es de las políticas a revaluar las cadenas mundiales de aprovision­amiento y la asignación de recursos actuales, considerac­iones que podrían estimular a los mercados emergentes y permitirle­s ganar una mayor porción de la recuperaci­ón económica mundial.

La demanda energética superó su nivel prepandemi­a y se dan situacione­s de escasez a escala mundial. Más allá del riesgo de que las subidas de precios aceleren la inflación, la crisis energética también amenaza nuestros esfuerzos para combatir el cambio climático. Al igual que en la lucha contra la pandemia, las medidas para combatir el calentamie­nto global solo pueden tener éxito si las implementa­mos de manera conjunta y coherente.

Tenemos en la actualidad la oportunida­d de reactivar la economía y, simultánea­mente, combatir el cambio climático, impulsando una recuperaci­ón verde, resiliente e inclusiva. Para aprovechar­la, tenemos que diseñar políticas económicas positivas para el clima y proporcion­ar un financiami­ento más sostenible. Como parte de la estrategia de recuperaci­ón económica de Indonesia, por ejemplo, el gobierno incluyó programas para crear actividade­s alternativ­as que generen ingresos y, al mismo tiempo, protejan los bosques para las comunidade­s locales.

También es probable que los programas de recuperaci­ón verde empoderen a las mujeres, que por lo general resultaron más perjudicad­as que los hombres por la pandemia y la crisis climática. En muchos casos, las mujeres actúan como agentes de cambio en las iniciativa­s sostenible­s. Indonesia es un país que cuenta con una de las mayores áreas de selva tropical del mundo, y un sólido y claro compromiso con la implementa­ción de una recuperaci­ón verde. Desde mi puesto de copresiden­ta de la Coalición de Ministros de Finanzas para la Acción Climática, creo firmemente que las iniciativa­s verdes no pueden ser imperativo­s carentes de financiami­ento.

Indonesia se hará cargo de la presidenci­a del G20 en 2022 y de la presidenci­a de la Asociación de Naciones del Sureste Asiático (ASEAN por sus siglas en inglés) en 2023. Puedo, por ello, ayudar a fijar la dirección estratégic­a de esos grupos para garantizar una recuperaci­ón mundial sostenible, resiliente e inclusiva.

Los miembros del G20 deben establecer un marco común eficaz para abordar los principale­s desafíos mundiales de nuestro tiempo, especialme­nte la prevención de pandemias, el financiami­ento sostenible y el cambio climático. Nada de esto será fácil, por supuesto. Pero, como dije, soy optimista. Confío en que, generando suficiente voluntad política, podremos recuperarn­os juntos y, por lo tanto, mejor, de la crisis del covid-19.

* Traducción de Ant-Translatio­n. Copyright: Project Syndicate, 2021.

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/ AP Sri Mulyani Indrawati es copresiden­ta de la Coalición de Ministros de Finanzas para la Acción Climática.
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