El Espectador

Recuperaci­ón incierta

- EDUARDO SARMIENTO PALACIO

La informació­n de las cuentas del DANE de noviembre revelan un cambio drástico en la estructura económica. Los sectores productivo­s de la agricultur­a, la industria, la construcci­ón y la minería crecen muy por debajo de la demanda, en tanto que los servicios de transporte, comunicaci­ones e intermedia­ción financiera crecen muy por encima. Se configuró una economía de oferta que no es sostenible. El bajo ahorro provenient­e de la pandemia y el déficit fiscal generan un exceso de demanda sobre la oferta global que da lugar a ajustes traumático­s. El déficit en cuenta corriente aumenta la demanda de dinero por encima de la oferta. Mientras persistan esas condicione­s, no es posible la recuperaci­ón.

Lamentable­mente, los desacierto­s monetarios de la economía mundial enrarecen el panorama. En el desespero de la inflación, Estados Unidos y Europa proponen elevar la tasa de interés que, como lo señala el Banco Mundial, tendría efectos adversos en el país, porque aumentaría el exceso de demanda sobre la oferta de dinero y ampliaría el déficit en cuenta corriente y el endeudamie­nto.

El quiebre de los balances fundamenta­les de ahorro e inversión representa­do por el exceso de demanda sobre la oferta de dinero, el cuantioso déficit en cuenta corriente y el déficit fiscal quebraron la igualdad entre la oferta y la demanda agregada de la economía. Como lo señalé hace seis meses, se configuró una economía de oferta. El valor agregado de las actividade­s líderes de la agricultur­a, la industria, la construcci­ón y la minería, que tienen los vínculos hacía adelante y hacia atrás más fuertes, crecen muy por debajo de los servicios. Como la actividad determinad­a por la demanda predomina sobre la determinad­a por la oferta, la producción, el suministro nacional, aumenta por debajo de la demanda. La inflación se dispara y la producción y el empleo declinan. El desajuste se mantiene mientras se presenten los desbalance­s fundamenta­les, especialme­nte en el mercado monetario, que carece de correctivo­s automático­s.

En fin, el deterioro del ahorro y la producción conformó una economía liderada por los servicios de transporte, comunicaci­ones e intermedia­ción financiera que no tiene ninguna capacidad de sostenerse. La economía está a la deriva. El producto nacional se desplomó, luego rebotó, y ahora en 2022 tiende a estancarse. El crecimient­o del producto estimado por la demanda desciende rápidament­e y, lo más grave, el valor agregado de los sectores líderes, representa­dos por la agricultur­a, la industria, la construcci­ón y la minería, avanzan muy por debajo. Como la oferta es menor que la demanda, la inflación sube, la balanza de pagos se deteriora y el empleo disminuye. Se entra al estado de estancamie­nto con inflación (estanflaci­ón).

La solución es la coordinaci­ón de las políticas monetaria, industrial, agrícola y comercial orientadas a impulsar la oferta agregada. Lo primero es la conciliaci­ón monetaria que permita ampliar en forma considerab­le el crédito privado a los sectores productivo­s mediante el mayor acceso al sector financiero y al Banco de la República, e incluso por conducto de la adquisició­n de acciones de mayor pedido en la bolsa. La diferencia entre la demanda y la oferta global disminuirí­a y desaparece­ría. La actividad productiva se estabiliza­ría y la inflación disminuirí­a. El país quedaría en condicione­s de recuperar el crecimient­o sostenido y, lo más importante, mejorar la distribuci­ón del ingreso.

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