La razón y la emoción
Jurgen Klopp llegó al Liverpool en octubre de 2015, después de haber firmado una temporada para el olvido con el Borussia Dortmund, equipo con el que llegó a disputar la final de la Champions. Como no entendía por qué un equipo como el Liverpool le había llamado después de semejante desastre, una vez entró en confianza con sus jefes les preguntó un día en la oficina que por qué lo habían escogido a él, si su última temporada por poco desciende a su equipo. La respuesta fue que los especialistas en data encontraron que ese Dortmund había tenido serios problemas de definición, pero que fue el equipo que más ocasiones de gol generó entre todas las ligas grandes de Europa y que ese indicador les daba a entender que si ellos atacaban de la misma manera, con mayor efectividad podrían volver a ser grandes.
Basado en la data para el comienzo de la siguiente temporada, Klopp les pidió a sus jefes transferir a la figura más querida por la gente de ese equipo, el brasileño Coutinho. Los hinchas se tomaban la cabeza a dos manos mientras llegaban tipos no tan conocidos como un tal Salah y un tal Mané. Los resultados, seis años después, saltan a la vista, ganó la Premier (el Liverpool llevaba 30 años sin ganar el campeonato de liga de su país), una Champions, un mundial de clubes y una Supercopa
de Europa.
Hoy son muchos los equipos que utilizan el poder de las estadísticas para acertar, y aunque el deporte es drama sin libreto, la racionalidad aproxima a la asertividad. Apostar únicamente desde lo emocional es asumir grandes riesgos.
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Apostar en los deportes en tiempos modernos está lejos de ser una cuestión de azar.
‘‘Hoy
son muchos los equipos que utilizan el poder de las estadísticas para acertar y aunque el deporte es drama sin libreto, la racionalidad aproxima a la asertividad. Apostar únicamente desde lo emocional es asumir grandes riesgos”.