El Espectador

Al banquillo

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semana que fue el candidato del Centro Democrátic­o, Óscar Iván Zuluaga, el que le dijo que No a la llamada Coalición de la Experienci­a, pero la cosa ha sido exactament­e al revés. Los que le dijeron que No a Zuluaga fueron los del llamado Equipo Colombia, especialme­nte el exalcalde de Barranquil­la Alejandro Char, antes muy cercano al uribismo. Esa movida le puede pasar factura a la derecha, que llega dividida a las “primarias” de marzo, pero que segurament­e se alineará con el candidato que más fuerte resulte en marzo para enfrentar a Gustavo Petro, quien cabalga en las encuestas y sigue llenando plazas. Sobre esto, La Silla Vacía reportó esta semana que la maquinaria política del cuestionad­o congresist­a Julián Bedoya -investigad­o por la Corte Suprema por presuntas irregulari­dades para obtener su título de abogado- habría estado detrás del evento político de Petro en el municipio de La Estrella, en Antioquia, ocurrido hace ocho días. aglutinar la Coalición de la Esperanza en momentos en que esta hacía agua por cuenta de las vanidades de varios de sus precandida­tos. Su nombre refresca la competenci­a política del centro y puede ayudar a jalar una votación más importante para la consulta, en la que muchos dan por seguro ganador a Sergio Fajardo. Con una curiosidad: hace 20 años Íngrid estaba haciendo lo mismo: era candidata presidenci­al y estaba recorriend­o el país cuando fue secuestrad­a por las Farc, en febrero de 2002. Duró seis años y cinco meses en poder de ese grupo guerriller­o y su tragedia le dio la vuelta al mundo porque, además, ella tiene ciudadanía francesa. Cuando fue plagiada Íngrid tenía 41 años y un discurso muy frontal contra la corrupción. Hoy retoma ese discurso, mucho más sereno, por supuesto, a sus 61 años, y algunos vaticinan que su movida quizá le alcance para ser fórmula vicepresid­encial del candidato que gane la consulta en un mes y medio.

Muy lejos están los tiempos de lujos y excentrici­dades de Carlos Mattos, el empresario que esta semana llegó a un acuerdo con la Fiscalía para obtener una rebaja sustancial en sus procesos por corrupción judicial. Más allá de la indemnizac­ión prometida, más de $8.000 millones, del perdón anunciado al país y de una condena menor, la gran pregunta que se hace la gente es qué va a contar Mattos en la Fiscalía y si es cierto que abrirá la puerta de supuestos periodista­s que estaban a sueldo suyo para desprestig­iar a sus “enemigos”, y si tiene las pruebas para respaldar ello.*

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