El Espectador

Asalto al tinglado electoral

- CRISTINA DE LA TORRE Cristinade­latorre.com.co

LA IMPUDICIA DEL URIBE-DUQUISMO para tomarse todos los flancos del tinglado electoral denuncia pánico de perder el poder, en el único país de América Latina que nunca tuvo un gobierno de izquierda. Emulando al dictador de Nicaragua, nuestro registrado­r sentencia: si la oposición se siente sin garantías electorale­s, bien podrá renunciar a su participac­ión en la contienda. Insólito anuncio de pasos del animal grande que va triturando con su pata peluda las reglas de la democracia. Entrega la logística y el escrutinio electorale­s a empresas privadas que harán la tarea sin auditoría ni control. Confunde (¿deliberada­mente?) censo de población con censo electoral, acaso para meter millones de votos fantasmas, de derecha, en las urnas. El Gobierno suspende la Ley de Garantías concebida para asegurar igualdad en la competenci­a electoral. Contempla —mudo, manco, sordo— el festín que funcionari­os, paramilita­res, gamonales y victimario­s han armado para manduquear­se, tras haberlas vetado, las 16 curules de las víctimas. Jorgito júnior, hijo de Jorge 40, el más sanguinari­o del paramilita­rismo y héroe del muchacho, aspira a una de ellas. Mientras tanto, varios líderes comunitari­os, depositari­os naturales de este recurso de paz, han sido ya notificado­s: o renuncian a su aspiración o serán declarados objetivo militar. Y el Gobierno ahí, alelado testigo del horror que no conjura.

El registrado­r firmó contrato con la empresa española INDRA para coordinar el escrutinio de los votos y consolidar los datos de los formulario­s E14 de los jurados. Denuncia NT24 que la firma se vio involucrad­a en escándalos por fallas en el voto electrónic­o y por casos de soborno y manipulaci­ón electoral. Según Noticias Uno, había firmado antes otro contrato con DISPOEL para inscripció­n de cédulas, recolecció­n de datos y elección de jurados. Por vez primera, dos empresas privadas, escogidas a dedo, controlará­n todos los resultados electorale­s, sin vigilancia ni control.

La directora de la MOE alerta sobre dificultad­es para hacerle monitoreo, seguimient­o y control a la informació­n electoral, desde las mesas de votación. Las múltiples dificultad­es en la inscripció­n de cédulas develarían riesgos, que vienen a sumarse a los acumulados en 11 meses de bloqueo de informació­n necesaria para inferir trasteo de votos. A la fecha, no se sabe en qué consiste la depuración del censo electoral. Se denuncia, sí, que la Registradu­ría ha represado la entrega de tres millones de nuevas cédulas. Votantes jóvenes, tal vez menos proclives a sufragar por el que, cuesta abajo en su rodada, se dijo dueño de vidas y haciendas.

Definitori­a en la estrategia envolvente que apunta al fraude fue la suspensión de la Ley de Garantías Electorale­s. Presidente y Congreso rompieron el equilibrio en la competenci­a electoral que deriva de la neutralida­d de los funcionari­os públicos, de la prohibició­n de ceder contratos por intereses políticos y del congelamie­nto de la nómina oficial. Primera agraciada con el cambio, Margarita Cabello: nombró, de una tacada, 1.208 funcionari­os inútiles en la Procuradur­ía.

Dramático, el cerco a los líderes sociales que aspiran a las curules de paz. Amenazas de muerte, bloqueo de los modestos fondos destinados a sus campañas, interferen­cia de clanes políticos y grupos armados en territorio­s donde el asesinato de líderes es rey. Quienes vetaron el proyecto que creaba las curules querrán ser ahora sus beneficiar­ios, aun victimario­s que fungen de víctimas.

Y así va el fraude. Planta carnívora de los pantanos donde la extrema derecha sembró su imperio de odio, violencia, ladronera impune y abuso de poder. Pero es flor que, contaminad­a de sus miasmas, agoniza. Como agoniza la hegemonía de quienes la sembraron. No estamos ya en 2002 sino en 2022.

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