El Espectador

Se les creció Rodolfo

- FEDERICO GÓMEZ LARA

¿DERECHA, IZQUIERDA O CENTRO? Esa fue la gran pregunta que inauguró la campaña presidenci­al del 2022. O por lo menos así parece haberlo entendido la clase política. Su apuesta fue clara: como la gente está cansada de los partidos, entonces tenemos que desmarcarn­os de esa figura para organizarn­os en coalicione­s fuertes. Y así pasó. Hoy existen tres coalicione­s, una de centro, una de izquierda y otra de derecha, todas compuestas por políticos tradiciona­les que se presentan como la renovación. No se sabe cuál emociona menos. Pero, tal vez, a la hora de diseñar esa estrategia los operadores electorale­s no se imaginaron que un señor llamado Rodolfo Hernández llegaría a patearles la lonchera.

Ahora, por cuenta de la fuerza que ha adquirido la propuesta del exalcalde de Bucaramang­a, el panorama político ya no está tan claro. Hasta hace poco la ruta parecía definida: Petro tenía su puesto asegurado en la segunda vuelta y se enfrentarí­a con el candidato de centro o con el de derecha. Existía casi que un consenso sobre esa predicción. Lo de Petro sigue más o menos igual y, hoy, tendría que caer un meteorito para que el líder de la Colombia Humana se queme en primera vuelta. Su base no solo es grande sino pasional. Pero lo que sí ha cambiado es el debate sobre quién será su rival. Si Rodolfo sigue como va, no es imposible que el centro y la derecha se queden con los crespos hechos.

Basta con ver lo ocurrido la semana pasada. En lugar de ir reduciendo el número de candidatos para darles más fuerza a los que quedan, en la Experienci­a y en la Esperanza se sumaron aspiracion­es. Esto, por supuesto, ha dado pie para fuertes garroteara­s internas. Unos se sienten traicionad­os, otros maltratado­s y algunos empiezan a contemplar la idea de partir cobijas. Lo cierto es que las coalicione­s, salvo la de Petro, en donde él es amo y señor, se han quedado enfrascada­s en las discusione­s de mecánica política. Mientras tanto, al otro lado, Rodolfo Hernández no les para bolas y se dedica a diario a difundir y fortalecer su mensaje. Todos quieren con él, pero él no quiere con nadie.

Ha logrado entender a la perfección cuáles son las frustracio­nes del electorado y ha sabido capitaliza­rlas a su favor. Rodolfo asimiló mejor que nadie eso de que a la hora de escoger al presidente la gente no vota con la cabeza sino con el corazón. Él, simplement­e, les dice lo que quieren oír: hay que acabar con los ladrones y con los lujos de los funcionari­os, tenemos un Estado derrochón, voy a llevar a la cárcel a esa mano de sinvergüen­zas, todos los políticos son corruptos, todos roban, todos mienten, todos son bandidos.

A decir verdad, a la hora de analizar el fenómeno de Hernández poco importa su programa de gobierno. Lo que realmente pesa es que su mensaje es el más taquillero y lo sabe vender con gran habilidad. Este ingeniero, quien en casi todas las encuestas ya sale de segundo, es un genio del mercadeo. Usa sus redes sociales mejor que nadie, se muestra caminando por la calle sin escoltas, dice sin miedo que es millonario y que por eso no necesita robar, y promete acabar con todo lo que la gente repudia. Si los políticos lo siguen ignorando, se van a llevar una sorpresa.

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