El Espectador

Sobre un editorial

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¿Necesitamo­s un acuerdo político sobre salud mental? ¡Para nada! Ni acuerdo con los políticos, ni solo la salud mental, lo único que acertó en el editorial es que en Colombia el debate político está unido, pero para sacarle el cuerpo al tema de la reforma a la salud, mental, física, familiar, comunitari­a y medio ambiental, estos temas son fundamenta­les y los intereses políticos se niegan a enfrentar los grandes poderes económicos detrás de las EPS, de la propiedad de la tierra, de la contaminac­ión industrial, de las desigualda­des sociales que en últimas son la causa determinan­te de todo tipo de salud, del abandono y la desintegra­ción familiar, que está formando unas nuevas juventudes sin futuro, sin estudio, sin trabajo.

No es gratis la mala fama de los políticos a quienes se les señala como la causa de la gran corrupción en este sector de la economía. Lo que necesitamo­s es que el accionar de los políticos esté lo más lejos posible, asociados con los intermedia­rios que obtienen dividendos con la negación a la prestación integral de este derecho fundamenta­l. Ahora si sueña que con la “honorable acción legislativ­a” arregle algo, tampoco, desde hace seis años se expidió la Ley Estatutari­a de Salud, han pasado dos presidente­s y se resisten a implementa­rla a desmontar el negocio que organizó la Ley 100, estamos en un país de leyes muertas como se evidenció con la pandemia.

El gran pacto político que necesita Colombia es permitir la autonomía científica, administra­tiva y financiera con auto control del sector salud, que funcione técnicamen­te, que se garantice la sostenibil­idad fiscal, que esté equilibrad­a la formación de profesiona­les con la ocupación en las institucio­nes de acuerdo con las necesidade­s regionales, para garantizar la atención integral, para lograr un bienestar físico, mental y social.

El problema para solucionar­lo no es simplement­e aumentando el número de profesiona­les, es con la eficiencia en el uso de estos recursos limitados, es ahorrando en los costos administra­tivos y de intermedia­ción financiera, es con el destierro de la corrupción de los dineros destinados al goce efectivo a este derecho fundamenta­l, es recuperand­o la salud publica y los antiguos programas de prevención en salud mental, al igual que el control de enfermedad­es transmisib­les como el VIH, dengue, gripa porcina y aviar, ahora covid-19, todos relacionad­os con la invasión al medio ambiente y el hacinamien­to de los animales que utilizamos para alimentarn­os. El reto es organizar al sector más grande de la economía, el sector sanitario, para que llegue al Congreso, para que genere el poder necesario para el cambio, para que el centro del debate político sea la salud mental y física, la vida, la paz, la higiene, la vivienda, la ecología, el estudio, el trabajo con dignidad, la economía del bienestar. Roberto Díaz.

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