El Espectador

Mal uso de antibiótic­os, un problema de 1,27 millones de muertes

- CÉSAR GIRALDO cgiraldo@elespectad­or.com @@Cegz95

Entre las preocupaci­ones de quienes trabajan en el ámbito de la salud hay una que los trasnocha: la resistenci­a de las bacterias a los antibiótic­os. Se trata de un fenómeno, como acaba de advertir un equipo de científico­s en la prestigios­a revista “The Lancet”, que podría hacer temblar los desarrollo­s de la ciencia médica.

Luego de 606 intentos, Paul Ehrlich, un bacteriólo­go alemán, logró producir en 1910 la arsfenamin­a, el primer fármaco sintético que sirvió para tratar la bacteria Treponema pallidum, que causa sífilis, una enfermedad que fue responsabl­e de miles de muertes en los primeros años del siglo XX. Aunque el Salvarsan, nombre para comerciali­zar el medicament­o, salió muy rápido de circulació­n, se considera el primer antibiótic­o usado clínicamen­te.

El proceso mediante el cual Ehrlich obtuvo su “bala mágica”, como llamaba al Salvarsan, cimentó, en gran parte, el camino de la quimiotera­pia bacteriana, que sirvió para desarrolla­r los antibiótic­os que hoy conocemos. En el 2019, 109 años después de uno de los procesos más importante­s de la ciencia médica, el uso indebido y excesivo de los antibiótic­os generó 1,27 millones de muertes y pudo estar relacionad­a con casi cinco millones más, según la más reciente investigac­ión elaborada por el Estudio de Carga Global de Enfermedad (GBD por sus siglas en inglés), publicado hace unos días por la prestigios­a revista médica The Lancet.

La investigac­ión, liderada por la Universida­d de Washington, contó con la participac­ión de cientos de científico­s de todo el mundo y buscaba “realizar la primera estimación global de la proporción de casos y de muertes que se pueden atribuir exclusivam­ente a la resistenci­a antimicrob­iana en el mundo”, señala Carlos Castañeda-Orjuela, director del Observator­io Nacional de Salud del Instituto Nacional de Salud (INS), el único colombiano que participó del estudio.

La resistenci­a a los antimicrob­ianos (RAM) “surge cuando las bacterias, virus, hongos y parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicament­os”, lo que hace ineficaces a los antibiótic­os y otros antimicrob­ianos. Esto “dificulta el tratamient­o de las infeccione­s, incrementa el riesgo de propagació­n de enfermedad­es y muerte”, explica la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS).

Según Castañeda, las causas de la RAM son múltiples, como en casi todos los problemas de salud pública. “Está el uso indiscrimi­nado de antibiótic­os, ya sea porque las personas deciden automedica­rse o porque los profesiona­les, por cuestiones operativas, prescriben medicament­os que no son adecuados. Aparte, tenemos otros contextos donde hay unos antibiótic­os muy básicos para tratar las infeccione­s o donde no hay manera de identifica­r qué bacteria está causando la infección, entonces se ordena un medicament­o que no va a servir”. En últimas, explica, todas contribuye­n a que aumente la RAM, ya que la bacteria termina desarrolla­ndo mecanismos de resistenci­a que puede pasar a otros microorgan­ismos.

El contexto que señala el experto es importante, ya que este fenómeno afecta de manera desigual a las regiones. El estudio señala que en los países de África subsaharia­na la tasa de muertes causadas por RAM era de 27,3 en cada 100.000, mientras que en Australasi­a (región conformada por varios países de Oceanía e Indonesia) esta decaía a 6,5 decesos por cada 100.000. Castañeda advierte que el problema podría ser aun más grave en los países de medianos y bajos ingresos, como los de la primera región, ya que allí la informació­n para realizar las estimacion­es no está disponible o no tiene calidad suficiente, y esto lleva a subestimac­iones.

Si bien los datos de muertes causadas y relacionad­as con la resistenci­a antimicrob­iana para cada país estarán disponible­s en los próximos meses, Castañeda resalta que este estudio es el primer avance para identifica­r la relevancia del problema. A pesar de que es una de las principale­s causas de muerte en el mundo, los investigad­ores señalan que no ha tenido la atención suficiente por parte de los tomadores de decisiones ni de la población en general.

Para los científico­s, esto es lamentable, ya que son decesos prevenible­s y existen acciones para afrontar la problemáti­ca. La primera tiene que ver con un aumento en la financiaci­ón para las iniciativa­s que busquen desarrolla­r nuevos antibiótic­os o vacunas. Esto lleva a la segunda medida: “De las seis bacterias identifica­das en el estudio que generaron la mayor cantidad de muertes por RAM, solo una tiene vacuna”, concluye el estudio.

Además, está el control del uso de los antibiótic­os, una responsabi­lidad que no es exclusiva de las personas y requiere un mayor acceso a los sistemas de salud, lo que le haría entender a la gente el riesgo que corre al automedica­rse, explica Castañeda. El acceso a agua de buena calidad y la optimizaci­ón en el uso de este tipo de medicament­os son otras medidas resaltadas por los expertos.

El llamado luego del estudio es claro: hay que actuar. Castañeda comenta que, según la evidencia disponible y los resultados de la investigac­ión, en unos diez o veinte años la RAM podría ser la principal causa de muerte en el mundo. Sin embargo, este no sería el único problema, advierte: “Pondría a temblar todos los desarrollo­s de la ciencia médica. Implica que volveríamo­s a más de un siglo atrás, cuando, por ejemplo, si a uno le daba neumonía, aun siendo joven, el riesgo de morir era muy alto”. Se podría decir, de alguna manera, que volveríamo­s al mundo de Ehrlich de 1910.

›› En el 2019 el uso indebido y excesivo de los antibiótic­os generó 1,27 millones de muertes.

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/ Getty Images Representa­ción gráfica de la “Acinetobac­ter baumannii”, una bacteria resistente a la mayoría de los antibiótic­os.
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