El Espectador

La Corte no les falló “a todas”

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Soy mujer y sé que al refutar algunos argumentos abortistas hago eco de la voz de millones de mujeres que por ningún motivo vemos en el aborto un derecho fundamenta­l de la mujer y no permitimos que se nos totalice dentro de un grupo cuyas ideologías no compartimo­s.

Leer artículos absolutist­as al respecto de una ideología me hace levantar la mano y no dejar de preguntarm­e: ¿quiénes se creen las proaborto para incluirnos en sus conviccion­es?

No, el mencionado “derecho” a abortar no es ni un derecho ni es fundamenta­l, como sí lo es la vida. El derecho es a elegir, lo que conlleva a hacerse cargo de las consecuenc­ias.

No considero una oportunida­d histórica el hecho de que la Corte Constituci­onal “tenga” que aprobar la despenaliz­ación del aborto por cualquier motivo. En sus manos está la oportunida­d de decidir, muy distinto a tener que aceptar, sí o sí, una posición.

No es un acto de condolenci­a o conmiserac­ión el que traigan a colación los casos de mujeres que decidieron abortar “ilegalment­e” y terminaron con complicaci­ones o perdiendo sus vidas. Lo que hay en la mente y el corazón de una mujer que decide abortar no puede ser tomado a la ligera, manoseado y manipulado para lograr conseguir beneficios propios. Ojalá les permitiera­n hablar a mujeres que ya han abortado y entendiera­n lasconsecu­encias psicológic­as y físicas que trae consigo el aborto.

No es un “procedimie­nto médico” algo que está encaminado a terminar con la vida de un ser humano. Un procedimie­nto médico busca mejorar la salud, tratar enfermedad­es o salvaguard­ar la vida de una persona. En un aborto no se cumple ninguna de estas condicione­s. Del aborto solo resulta la extinción de un ser humano y el daño psicológic­o permanente de una mujer que, en medio de desespero y miedo, no encontró una voz que le dijera que un hijo no es una maldición y que, antes de segar una vida, tuviera compasión de ella para llevar el embarazo a término y entregar en adopción.

Decir que el aborto salva vidas no es solo una falacia, sino una afirmación inconscien­te e indolente. ¿Acaso en el aborto no muere un ser humano? No hay un solo indicio científico que no demuestre que desde el primer momento de la concepción lo que se gesta es un ser humano. A la sexta semana ya se puede apreciar que el corazón late solito... ¡ahí hay vida!

No, señoras proabortis­tas, no hablen de “derecho de la mujer”, sino de sus deseos y conviccion­es. No nos quieran usar a “todas”, así como usan el dolor de algunas mujeres que cruzan por semejante experienci­a para sus fines egoístas y, en mi percepción, macabros. Ustedes y nosotras existimos porque alguien apostó por nuestra vida. Llamemos a las cosas por su nombre y dejemos de manipular las palabras en busca de un querer particular.

Myriam Villalobos Envíe sus cartas a lector@elespectad­or.com

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