Humo tributario
LOS COLOMBIANOS QUIEREN SABER qué reforma tributaria se viene, como bien lo entendió la moderadora del debate presidencial del 25 de enero, quien hizo de esta la primera pregunta del evento. Fue una buena sorpresa que solo tres de los diez presidenciables se salieron por la tangente diciendo que no se necesita una reforma tributaria sino acabar la corrupción, las “mafias”, o reducir el gasto. Esto contrasta con lo sucedido hace cuatro años, cuando todos excepto uno se comprometieron a no subir impuestos, pese a que a cualquiera de ellos le habría tocado hacerlo, ya que al Estado colombiano no le alcanzaría la plata para funcionar como debe incluso si nadie se robara un peso.
Casi todas las propuestas tributarias esbozadas por los candidatos ponen a pagar más a los que más tienen, como aumentar las tarifas de los impuestos a los dividendos, a las ganancias ocasionales y al patrimonio. Son ideas sensatas, pero, por lo pronto, su falta de detalle hace que sea imposible, tanto para el público como para los expertos, evaluarlas para saber exactamente quién va a pagar, cuánto va a pagar y para qué alcanzará el recaudo adicional. Y los detalles son importantes: por ejemplo, cinco candidatos mencionaron que reducirían las “exenciones tributarias”. Pero, ya que para algunos hacedores de política las “exenciones” incluyen el beneficio de no pagar IVA por la salud, la educación o la comida, es importante que las campañas publiquen —como se hace en otros países— planes detallados impuesto por impuesto, tarifa por tarifa y exención por exención.
Sería terrible imaginar que los candidatos no saben exactamente qué es lo que van a hacer y que, como planean llegar a improvisar, no tienen una hoja de ruta tributaria concreta que proponer. Démosles el beneficio de la duda y pidámosles, entonces, que publiquen sus planes para que a nadie se le ocurra pensar que una vez más nos están vendiendo humo tributario.