Con cuidado, padre De Roux
PONGAMOS ESTO COMO PUNTO DE partida: una de las figuras con más credibilidad en Colombia es el padre Francisco de Roux. Casi todo el mundo valora su trabajo de muchos años en territorios de la nación en guerra. La mayoría lo considera fundamental en la misión de alcanzar la paz en Colombia y suelen ser militantes de sus formas y sus maneras pontificales cuando asume la palabra. Por eso fueron muchos los que se extrañaron hace unos días con su participación en el último de los paneles del Gran Foro Colombia 2022, titulado “Balance y perspectiva de la implementación del Acuerdo de Paz”, organizado por las revistas Semana y Dinero. Por supuesto, para los que siempre han mirado con reservas su actuar no fue ninguna sorpresa.
Buscando los argumentos para responder a la pregunta de si seguíamos o no igual que antes de los acuerdos de paz, el padre comenzó diciendo lo siguiente: “Es que acordémonos que en el año 98-99, el 50 % de los grupos de las Farc estaba alrededor de Bogotá, y la ciudad estuvo a punto de ser tomada. Eso es cierto”. Es curioso, De Roux suele hablar con la tranquilidad de quien lee un teleprónter, con pocos énfasis, pausado, y esta vez hasta subió el tono de la voz. En ese mismo hilo argumentativo siguió diciendo que hubo un momento de guerra dura entre los años 1996 y 2012, en que las Farc estaban convencidas de que ganaban. Allí lo interrumpió Edulfo Peña —editor político de Semana, quien hizo de moderador—: “¿Usted sí cree que las Farc estuvieron a punto de ganar?”, entonces el padre dijo: “Sí, yo sí creo”. Lo que siguió fue todavía más complicado. Dijo que el Estado colombiano estaba colapsado y que si esto se “salvó” —esa fue exactamente la palabra que usó— fue porque “entró el Plan Colombia, entró la aviación, con una gran tecnología a golpear muy duro a las Farc; entró la decisión de un país que nombró [sic] a un presidente para decir: Usted tiene que ganar la guerra. “¿Uribe?”, lo interrumpió el moderador. “Uribe, claro, y una cosa que jugó un papel muy importante, que fue el paramilitarismo”, y agregó: “Barrancabermeja no fue liberada por las Fuerzas Militares. ¡Yo estaba allí!”, dijo con fuerza. No fue liberada por las Fuerzas Militares de la presencia del Eln y de las Farc, fue liberada por el Bloque Bolívar de los paramilitares, por Julián Bolívar (Rodrigo Pérez)”. Luego el padre De Roux remató diciendo que Uribe desmontó el paramilitarismo.
Tres veces en menos de un minuto usó la palabra “liberación” para referirse a un proceso a sangre y fuego que le costó la vida y el desplazamiento a mucha gente y del que los mismos investigadores encargados de elaborar el informe de la Comisión de la Verdad que él preside tienen absoluta claridad. Preocupa. Hace un par de días conocí una carta en la que el padre De Roux pide excusas a las víctimas y a las organizaciones de derechos humanos por el uso de palabras como “salvar” y “liberar” y por decir que Uribe detuvo el paramilitarismo. Bien, creo que era una excusa necesaria y apenas lógica. Asusta, sin embargo, que el presidente de la Comisión encargada de dar las luces para explicar un conflicto supremamente complejo como el colombiano lo resuma de manera tan sencilla y tan a la ligera. Con todo respeto, padre, para eso no era necesaria una Comisión. El argumento que usted usó es —poniendo en el escenario expresiones como la “toma de Bogotá por las Farc”, “salvación” y “liberación”— el mismo que usaron los paramilitares y algunos seguidores de Uribe.