Jorge Arturo Sanclemente
SEGURAMENTE A MUCHOS PERIOdistas de nuevo cuño este nombre no les dice nada y es que él jamás se interesó en ser conocido y menos en hacerse conocer. Se supo de él por su trabajo y no a través de sí mismo.
Me refiero a un periodista anónimo, que no firmó jamás artículo alguno y rechazó ser columnista u opinador, o sea, un bicho raro en ese mundo de figurones y figurines que se dan pantalla y se vuelven más importantes que las noticias mismas, opacando los hechos con una insaciable vanidad que los convierte en famosos y renombrados a costillas de lo que debería ser un trabajo austero y carente de cultos a la personalidad y el ego.
Todo lo contrario era Jorge Arturo Sanclemente, un bugueño que durante 29 años fue el subdirector y muchas veces el director en la sombra del matutino El País, el más influyente periódico del occidente colombiano y uno de los cuatro diarios más importantes de nuestro país.
Sanclemente fundó una saga de comunicadores bajo los principios inamovibles de la verdad por encima de todo, la honestidad, la transparencia y la síntesis, todo ello rodeado de caballerosidad y respeto, cualidades que parecen exóticas en esta actividad en que el atrevimiento todo lo permite.
Su muerte, a los 88 años, deja un vacío imposible de llenar, pero queda el legado de quienes aprendieron de él que la profesión de periodista es, ante todo, una vocación y una misión que no puede ni debe contagiarse de la podredumbre que ha logrado permear el que, hasta con razón, alguien denominó “el maldito oficio”. Uno que hartas víctimas sigue cobrando a los pocos insobornables que quedan y aún entregan sus vidas por defender la verdad y la libertad.
Ojalá en alguna facultad de periodismo se les ocurra crear la cátedra y hasta el premio Jorge Arturo Sanclemente para honrar la memoria de este gran señor. Nunca quiso ser más que un artesano y pasó de los otrora linotipos a la modernización digital sin perder la esencia ni el sentido de esta bella profesión.