Sumar para diferenciarse
EL SENADOR GUSTAVO BOLÍVAR HA señalado que sin votos del Partido Liberal no es posible que Petro gane la Presidencia y espera que César Gaviria llegue al Pacto Histórico en primera vuelta. Bolívar ha expresado sin filtro el enfoque pragmático de sumar votos como sea para llegar a la Casa de Nariño.
En política es importante sumar para ganar, pero también es importante sumar diferenciándose, porque los electores no solo quieren ganar sino ver que el ganador represente bien sus intereses. En Chile eso fue determinante: Boric sumó en segunda vuelta diferentes apoyos políticos entre el centro y la izquierda sin desdibujar su propuesta inicial, logrando satisfacer a los distintos sectores que se sienten representados en su gobierno, a pesar de no ser de su partido, y eso lo hizo en segunda vuelta, no en primera. La conformación de su gabinete así lo certifica.
El Partido Liberal que hoy dirige César Gaviria es todo lo que hay que cambiar en el modo de hacer política y gobernar en Colombia, y el Pacto Histórico no puede permitir que su propuesta de cambio se desfigure de esa manera, mucho menos en el escenario de primera vuelta cuando se debe apostar por reforzar la identidad de la propuesta.
Esto de las consultas es un experimento exótico que ha sido mal planteado; como bien lo explica Fernando Cepeda, no solo son costosas sino que no cumplen con los objetivos de decantar en el interior de cada partido los liderazgos más consolidados. En el caso de la coalición de centro, el canibalismo entre los aspirantes se ha tomado el debate y ha desvirtuado la razón de ser de este mecanismo: el fortalecimiento interno para enfrentar en el escenario abierto a otras candidaturas.
Lo razonable es que, consolidada la candidatura de Gustavo Petro en la consulta interna, se sumen apoyos coincidentes, pero sobre la base de unos mínimos programáticos, de tal suerte que el votante de primera vuelta, el que lo acompaña con convicción, no vea desfigurada la propuesta con personajes que solo traen votos y apetitos burocráticos, que es lo que traería el Partido Liberal de César Gaviria, el mismo que ayudó a elegir a Iván Duque a sabiendas de lo que podía pasar —y está pasando— y quien lo acompañó en buena parte de la agenda legislativa y en los debates de control político. El desastre del actual Gobierno también es responsabilidad de César Gaviria, y si el Pacto Histórico pretende un cambio en la forma de hacer política y gobernar, no puede hacer como si esto no hubiera pasado, solo por los votos.
La llegada de Roy Barreras, de Armando Benedetti, del pastor evangélico con agenda antiderechos, los acercamientos con Luis Pérez, entre otras movidas, son difíciles de asimilar en un movimiento que aspira a plantarse como alternativa al establecimiento. Profundizar esa lógica hará que muchas personas no vean en la opción del Pacto el giro que necesita Colombia, salvo que se queden mirando la figura de su líder, en cuyo regazo se redimen todos los males. Quizás la reunión con el papa va en esa dirección.
Esta desnaturalización del Pacto Histórico, en teoría, abriría una ventana de oportunidad para la Coalición de la Esperanza, en busca de ese elector de centro-izquierda desilusionado con esta metamorfosis, pero no, allí no hay figuras que tengan vocación de representar, de mover emociones democráticas, no se han imaginado un país diferente.
Petro no es el mismo del 2018, sabe que sin fisuras en el establecimiento político no ganaría la Presidencia, pero hay que pensar cómo sumar diferenciándose de aquello que se quiere enfrentar, no solo sumando votos. Para cambiar una sociedad en democracia se necesita más que eso.