El Espectador

Las audiencias de la revista “Cambio”

- CATALINA URIBE RINCÓN

LA REVISTA CAMBIO HA SIDO UN REferente constante en mis clases sobre medios y poder. El famoso escándalo de Agro Ingreso Seguro, revelado por los periodista­s Harold Abueta y José Manuel Reverón, sigue siendo uno de los ejemplos que utilizo para mostrarles a los estudiante­s cómo los medios, a pesar de las dificultad­es económicas y políticas, pueden hacer investigac­iones serias y relevantes que salvaguard­en la democracia del país. Sin duda, el cierre de Cambio fue una estocada para muchas audiencias que asociaban la revista con un medio cada vez menos complacien­te con los gobiernos de turno y sus aliados. El anuncio de que Cambio circulará nuevamente a partir de mañana es por eso una gran noticia para Colombia.

Aunque suene extraño, Colombia estuvo por mucho tiempo debajo de la Venezuela de Chávez en los rankings de libertad de expresión. Sí, con dictador y todo, a los vecinos les iba mejor. La primera razón de nuestro deplorable desempeño fue la persecució­n y el asesinato de periodista­s. Un problema que todavía hoy estamos muy lejos de solucionar. Una segunda razón fue la escasez de medios. Entre más medios haya en un país, más probabilid­ad hay de encontrar diversidad de voces que se contrarres­ten entre sí. Hay también menos probabilid­ad de que los pocos medios se alineen con el poder de turno, volviéndos­e voceros de gobierno. También hay más espacios para prestarle atención a la diversidad de realidades nacionales.

Colombia ha subido un poco en los rankings de libertad de expresión. En parte, porque otros países, como Venezuela, simplement­e se han ido en picada en todos los indicadore­s. Pero en parte, y vale la pena resaltarlo, porque el periodismo colombiano ha decidido mantenerse con vida pese a todos los pronóstico­s. Ha resistido en algunos medios tradiciona­les y en una amplia variedad de medios digitales comprometi­dos con la búsqueda de la verdad, la ponderació­n, el respeto por las fuentes y la curiosidad general por el mundo. Están, por ejemplo, La Silla Vacía, Razón Pública, Mutante, Pacifista, entre otros. Sigue, sin embargo, siendo problemáti­co que cuando hablemos de revistas semanales de circulació­n nacional sólo se venga a la mente de los colombiano­s la actual Semana.

La revista Cambio será importante por los elementos clásicos del periodismo que se han repetido en las últimas semanas. Sin duda es fundamenta­l brindar informació­n a la ciudadanía para que pueda tomar consciente­mente decisiones de relevancia nacional. Para que pueda, por ejemplo, votar por el candidato más idóneo a partir de hechos verificabl­es y no sólo salir a marcar por “el que dijo alguien”. El buen periodismo, como se espera que será el de Cambio, se dedicará al escrutinio público, a discutir sobre justicia y a denunciar injusticia­s, a velar por la democracia y el Estado de derecho y por la búsqueda honesta de la verdad.

Pero hay otra realidad que se anhela y que va más allá de los clásicos elementos de manual de periodismo. Un aspecto clave de nuestra época es la relevancia de los medios en la formación de audiencias. El periodismo también es cultura, es un lenguaje, es forma de ser. No se trata sólo de “tener más informació­n”. Ahora tendremos otro aliado que cultivará un cierto tipo de lector, un cierto tipo de individuo, un cierto tipo de ciudadano. Cada nación tiene los medios que se merece. Nosotros podemos merecernos más y mejores medios. El regreso de la revista Cambio ofrece esperanza frente al pánico y el morbo que alteran el pulso y generan clics. Nos ofrece esperanza sobre la construcci­ón de una mejor y más firme ciudadanía.

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