Unas son de cal y otras de arena
ESTE REFRÁN POPULAR SE PUEDE aplicar al panorama que enfrentan hoy los medios de comunicación en Colombia. Comencemos por las de cal, concretamente las de la cal viva, que es considerada una sustancia peligrosa para las personas que tienen contacto con ella. Para el tema que nos ocupa, las más graves son las amenazas y el asesinato de periodistas, de los cuales el 80 %, según la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP), permanecen en la impunidad. Hay otras, no menos preocupantes, que en ocasiones aparentan ser más “sutiles”, pero por eso mismo no deben pasar desapercibidas porque pueden poner en riesgo las libertades de prensa, expresión e información.
Entre ellas están las restricciones legales y normativas, como por ejemplo el artículo 68 del Proyecto de Ley Anticorrupción, que dispone la posibilidad de sancionar mediante la cancelación de la personería jurídica de organizaciones comunitarias a quienes injurien o calumnies a funcionarios o exfuncionarios públicos. Esto no solamente se puede convertir en una mordaza contra organismos de la sociedad civil, precisamente las que han denunciado algunos de los peores casos de corrupción en el país, sino la posibilidad de los medios de comunicación de adelantar investigaciones a partir esta información. A esto se suman las presiones, la intimidación y la autocensura. Uno de los mecanismos utilizados es la publicidad, tanto oficial como privada, que es la principal fuente de financiación de muchos medios de comunicación, sobre todo los más pequeños.
También están las presiones que ejercen algunos dueños de los medios de comunicación, que terminan convirtiéndose en el alter ego de los gobernantes y funcionarios de turno, a cambio de beneficios como el trámite expedito de normas o la toma de decisiones que los favorecen. Presuntamente esto fue lo que sucedió con las transacciones que condujeron a la compra por parte del actual dueño de la revista Semana de las acciones de varias de las empresas lideradas por el Grupo Empresarial Antioqueño. En la misma dirección cabe preguntarse si las recientes salidas de Yolanda Ruiz de la dirección de RCN Radio y de su colega la periodista María Elvira Samper responden a estas aparentemente tenues pero efectivas prácticas para silenciar a los periodistas que pueden ser incómodos. La frase final de Yolanda Ruiz el día que hizo público su retiro y luego de agradecerles a varias personas su apoyo, fue la siguiente: ”Y en este momento creo que hasta vale mencionar a los que se opusieron, a los que no creyeron y pusieron obstáculos… Por ello reafirmo mis convicciones y el camino elegido”. A buen entendedor…
Pero, por fortuna, no todas son de cal. Colombia tiene empresarios que entienden que los medios de comunicación no se pueden doblegar a los intereses poderosos que se benefician del silencio de los medios. Que, a pesar de las dificultades, las amenazas y seguramente los miedos, anteponen el respeto a los derechos de expresión e información a intereses económicos o políticos particulares. Ellos son una demostración de que sí se puede hacer un periodismo independiente, veraz y de calidad. Para mencionar solo uno, tenemos a El Espectador. Y a partir de esta semana, con el regreso de Cambio, hay otra luz de esperanza para proteger y fortalecer la democracia en Colombia.