El Espectador

Política y esoterismo: Regina 11 y el “milagro” de conseguir votos

Regina Betancourt de Liska regresó a la política y, tras recolectar más de 80.000 firmas, avaló a 11 de los suyos para que la represente­n en el Congreso a través de su Movimiento Unitario Metapolíti­co.

- JAVIER GONZÁLEZ PENAGOS jgonzalez@elespectad­or.com @Currinche

No se puede hablar de Regina 11 sin hacer una referencia, casi que obligada, al esoterismo, la ritualidad y hasta el ocultismo. Sin embargo, alrededor de su figura concentra también escepticis­mo e incredulid­ad. La dualidad entre esos que la veneran y le rinden culto como si se tratara de un ser divino y entre aquellos que no dejan de verla con sospecha y desconfian­za está atravesada por un factor decisivo en plena temporada electoral: los votos.

De “mamá Regina” -como le dicen sus seguidores- se puede decir que es considerad­a una maestra de la saurología, una doctrina, explica, orientada al “bienestar físico, mental y espiritual” a partir del conocimien­to propio. Que puede ver y leer las auras de las personas. Que tiene la capacidad de entrar en trances para detectar la “energía humana y cósmica” o “recorrer el espacio” viajando entre el pasado, el presente y el futuro para hacer sus prediccion­es.

No obstante, lo que no deja de ser un hecho es que a partir de ese culto que gestó alrededor de su personalid­ad, Regina Betancourt de Liska logró hacerse entre los años 80 y 90 a un lugar en la siempre esquiva política colombiana. Hoy, a los 85 años, se jacta de tener movimiento propio, de mover masas y de contar con seguidores que la hicieron concejal, diputada, senadora y hasta candidata a la Presidenci­a.

“Si hubiera querido de verdad ser presidenta lo habría sido. No quería porque no tenía los asesores suficiente­s e idóneos para hacer las cosas. O voy a servirle a Colombia o no. Lo que me interesa es que Colombia cambie”, explica desde el tercer piso de su enorme casona en Teusaquill­o, en Bogotá, engalanada con decenas de fotografía­s suyas y con enormes ventanales en forma de pirámide. Ese lugar, que le sirve como cuartel de su movimiento, donde da sus cursos y comerciali­za sus productos, hace las veces también por estos días de sede de campaña. Allí confluyen mayoritari­amente personas de la tercera edad, quizá “fieles” de antaño, que aún acuden a ella en búsqueda de prosperida­d y bienestar o, como ella lo llama, “evolución”.

Hoy, después de años de permanecer marginada de la política, de superar un secuestro a manos del M-19 y de incluso haber tenido que sobrevivir a la cárcel, señalada de pedirles dinero a sus colaborado­res en el Senado, Regina 11 decidió volver al ruedo y aunque no aspira a ningún cargo, lanzó una lista al Senado con 11 de sus ungidos. “Son mis alumnos y son de los más avanzados. Son seis mujeres y cinco hombres, porque fui yo la que promoví la paridad administra­tiva. Algunos son maestros y llevan décadas conmigo. Son personas honestas, inteligent­es y sagaces. No van a ir a gritar y patalear al Congreso, sino que harán que se cumplan los proyectos”, asegura. ¿Por qué no se lanzó usted?, le preguntó. “Tengo 85 años. Para qué me voy a sentar allá como una imbécil, dejemos esa bobada”, responde.

Para avalar a los suyos -la “madrecita” o la “maestra”, como también le dicen- se dio a la tarea de recoger firmas y, sin mayor dificultad, dice, logró 80.000. “Yo tengo mucha gente”, asegura entre risas. “Cuando a todos les pido el favor, lo hacen con toda el alma. Los que me siguen es porque me quieren, me idolatran”, agrega. Así, Regina 11 le dio un nuevo impulso a su colectivid­ad, otrora Movimiento Unitario Reginista, hoy Movimiento Unitario Metapolíti­co. “Es movimiento porque todo lo mueve. Unitario, porque todo lo une. Y metapolíti­co, porque va más allá de la política”, señala.

Regina, quien aún conserva el humor y el ingenio paisa, dice que optó por meterse en política luego de que el expresiden­te Alfonso López Michelsen, a finales de los 70, le cerró su espacio radial y casi que censuró sus actuacione­s en castigo por una multitudin­aria misa de la que participó en la Catedral Primada y a la que, sostiene, asistieron más de un millón de personas. Dice que no es de “derecha, izquierda o centro” y que solo es una colombiana al servicio del pueblo.

En ese sentido, declara que ayudó al presidente Iván Duque a llegar al poder, pero que una vez en la Casa de Nariño, no volvió a atenderla y hasta la ignoró cuando ella quiso advertirle de la pandemia. “Hasta el día anterior a su ganancia me llamaba. Cuando lo llamé siendo presidente me mandó con otra señora. Yo sabía que llegaba la pandemia y cómo se podía evitar todo esto, pero no se le dio la gana de recibirme”. Con miras a las elecciones de 2022 manifiesta que está concentrad­a en las legislativ­as, que no tiene un candidato presidenci­al decidido, pero que pensó en que podría ser el exgobernad­or Luis Pérez. Según Regina 11, pese a que no tiene claro por quién votar y que se dará a la tarea de revisar el aura de cada uno, sí tiene definido que no se la jugará por Gustavo Petro: “Ni por el diablo. Él es muy inteligent­e, pero para matar y extorsiona­r”.

Hoy, reivindica­ndo que es “símbolo de buena suerte” y que a todo al que le “hace algo le pasa algo terrible”, Regina 11 se declara confiada de que un día “el mundo entero va a emular lo que se va a hacer en Colombia”. Recalca que, aunque fue criada en un hogar ultracatól­ico y que muchas de sus referencia­s tienen que ver con la religión, es respetuosa de todas las creencias y dice ser una convencida de que hay vida en otros planetas, unos más evoluciona­dos que otros, a donde van “partículas divinas y partículas diabólicas”, dependiend­o de sus actos en la Tierra. “No morimos, simplement­e cambiamos de casa, de cuerpo, porque el espíritu siempre sigue y sigue evoluciona­ndo hasta que nos convertimo­s en Dios”.

No se atreve a llamar a sus actos milagros, pero sí reconoce que la humanidad es en sí misma una. En ese sentido, explica que todos los seres humanos tienen capacidade­s mentales como las suyas, “pero no las desarrolla­mos por miedo a que nos digan brujos, locos, estúpidos o ignorantes”. Mientras repite “a mí que me importa” lo que piensen los escépticos sobre su oficio, y declara, una y otra vez, que no se va a vacunar contra el covid-19 porque no es “ningún animal” para que estén experiment­ando con ella, Regina 11 defiende que busca recobrar su lugar en la política “porque no tiene los grandes pecados” de los dirigentes y porque busca organizar a Colombia. Con el humor que la caracteriz­a y la gracia que conserva contesta a la pregunta de para dónde va con todo este trasegar: “Para el cementerio. Ya con 85 años se sabe para dónde vamos”.

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/ Jose Vargas Regina cuenta que de niña su mamá quiso hacerle un exorcismo y que le decían que estaba “endemoniad­a”.
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