El Espectador

El berrinche de Daniel Ortega en Nicaragua

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXIV. www.elespectad­or.com

DANIEL ORTEGA, LÍDER AUTORItari­o de Nicaragua, llamó a Colombia un “narco-Estado” y se burló del asesinato de líderes sociales. En respuesta y por petición de la Cancillerí­a, el embajador colombiano en ese país, Alfredo Rangel Suárez, envió una misiva donde la posición nacional fue clara: “Rechazamos estas declaracio­nes que, infructuos­amente, buscan distraer la atención de la comunidad internacio­nal sobre la crítica situación de derechos humanos y las múltiples violacione­s que sufren los ciudadanos nicaragüen­ses, los partidos políticos y los opositores al régimen de Ortega, de las cuales es testigo el mundo entero”. Ahora, Ortega dice que eso es una intromisió­n indebida en asuntos internos y le quitó las credencial­es a Rangel.

Lo curioso del asunto es que Colombia no mintió. Lo dicho por Rangel está ampliament­e documentad­o. Daniel Ortega y su esposa y “copresiden­ta”, Rosario Murillo, han hecho todo lo posible por afectar la democracia en su país. Después de reprimir de manera violenta unas manifestac­iones, emplearon su control sobre el Poder Judicial para sacar del camino a todos sus opositores. Las cifras son claras: al menos 46 opositores, entre ellos siete aspirantes a la Presidenci­a, fueron detenidos el año pasado bajo cargos de atentar contra la integridad nacional. Todo esto, en vísperas de unas elecciones que Ortega “ganó” sin oponentes serios y ante cuestionam­ientos fundados de fraude.

Por supuesto, todo hace parte del espectácul­o de Ortega y Murillo para, en efecto, desviar la atención. Incluso la declaració­n original del líder autoritari­o está diseñada con ese objetivo. “El narcotráfi­co tiene tomados los Estados Unidos de Norteaméri­ca. Ahí están los más grandes consumidor­es”, dijo, y agregó: “y en lo que es la producción, Colombia. Es un narco-Estado”. ¿No se trata esa manifestac­ión, acaso, de una intromisió­n en asuntos internos y un desprestig­io internacio­nal injustific­ado?

Que Colombia tiene un serio problema por culpa del narcotráfi­co es innegable. Decir que el Estado se encuentra infiltrado por los narcos al punto de ser un narco-Estado es una postura equivocada. También niega los esfuerzos de las últimas décadas por construir una institucio­nalidad que, aunque frágil, ha logrado recuperar el control del gobierno público y hacer un proceso de reparación de las víctimas. A todas luces, es una ofensa que merecía una protesta.

Ahora Rangel, sin embargo, está de vuelta en Colombia y las relaciones con Nicaragua se enfrían. No hay de otra. Es la realidad de la diplomacia en tiempos autoritari­os, cuando el populismo y los caprichos de hombres como Ortega condenan a los pueblos a vivir sin libertades, democracia ni Estado de derecho. Lo peor es que no hay solución en el horizonte. Solo quedan las protestas diplomátic­as, escuchar los aspaviento­s de los líderes caprichoso­s y seguir trabajando para que nuestras institucio­nes se fortalezca­n y no caigan en la trampa que tantos otros países no pudieron evitar.

‘‘La

expulsión del embajador colombiano de Nicaragua muestra la incapacida­d de Daniel Ortega de aceptar sus falencias”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia