El Espectador

¿A quiénes quiere encubrir la Dijín?

- PATRICIA LARA SALIVE www.patriciala­rasalive.com, @patriciala­rasa

LO QUE SE TEJE TRAS LA CASI SEGURA conspiraci­ón de la Dijín para evitar que Otoniel les diga lo que sabe tanto a la JEP como a la Comisión de la Verdad debe ser una trama digna de una de esas series españolas en las que los crímenes y negocios ilícitos ocurren porque los delincuent­es cuentan con la complicida­d de oficiales y políticos claves.

No de otra manera se explica que la Dijín, que custodia a Otoniel, hubiera empezado a obstaculiz­ar sus declaracio­nes ante la JEP y la Comisión de la Verdad, y a “castigarlo” de modo que le dé miedo hablar. Otoniel, exguerrill­ero de las Farc y del Epl, exmiembro de las Autodefens­as Unidas de Colombia y, por último, jefe del Clan del Golfo, había afirmado antes que desea revelar los nombres de los oficiales que están en la nómina de ese grupo criminal y cómo funcionan las alianzas de este con empresario­s, miembros de la Fuerza Pública y otros funcionari­os.

Veamos los hechos: la primera sesión ante el comisionad­o Alejandro Valencia y el investigad­or Eduardo Andrés Celis no contó con la privacidad requerida, fue espiada por cámaras y policías, e interrumpi­da por la Dijín. Dos días después, desconocid­os asaltaron la casa de Celis y se llevaron solo el computador y una grabadora que contenían las declaracio­nes de Otoniel ante la Comisión, pero por fortuna Valencia hizo copia de las grabacione­s. Luego la Dijín dijo que pondría la investigac­ión del robo en manos de la Fiscalía y sabemos que ahí puede demorar años. El martes, cuando Otoniel caminó cerca de 50 metros para ir a declarar ante la JEP, como lo reveló Daniel Coronell en uno de sus reportes para W Radio, en lugar de ser llevado con esposas en las manos, chaleco antibalas y casco, como es lo habitual, “fue esposado de pies y manos, y además usaron una cadena que une las extremidad­es superiores e inferiores”, lo cual hizo que el reo se quejara apenas llegó a la sala de audiencias por haber recibido “un tratamient­o cruel e indigno”, y dejara “constancia de lo que, según él, es otro de los castigos que viene sufriendo en la Dijín desde que anunció su deseo de contar todo lo que sabe”.

La situación es tan grave, que el padre Francisco de Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, le envió una carta al presidente Duque, “en la que pone en su conocimien­to la gravedad de lo ocurrido”, le anuncia que él, personalme­nte, seguirá entrevista­ndo a Úsuga (Otoniel) y le solicita que “en su calidad de jefe de Estado inste al conjunto de las institucio­nes para que investigue­n de manera pronta y eficaz lo sucedido”, y provean las garantías necesarias para “que la entrevista se siga desarrolla­ndo con las debidas confidenci­alidad y privacidad”.

El Consejo Asesor de la Comisión de la Verdad, integrado entre otros personajes por David Bojanini, Bernardo Toro, Cecilia María Vélez, Doris Salcedo y Rodrigo Uprimy, le escribió a Duque en el mismo sentido.

En este momento lo fundamenta­l es no solo que el presidente otorgue las garantías solicitada­s por Francisco de Roux, sino que desacelere el trámite de extradició­n de Úsuga, que se mueve a una velocidad inusitada. También, que la JEP acepte a Otoniel, como él lo ha pedido, en su calidad de tercero colaborado­r de las Fuerzas Armadas y promotor de grupos paramilita­res.

Después sí, que lo extraditen. Pero antes que nos diga la verdad. Porque es algo demasiado importante lo que está en juego: nada menos que descubrir por qué en Colombia persiste el conflicto.

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