Sin justa causa
NO ES POR AGUAR LA FIESTA: EL aborto sigue siendo delito en Colombia. Después de la semana 24 está sujeto a las causales de la Sentencia C-355 de 2006. La sanción penal continúa como factor intimidatorio para las mujeres en edad fértil, pero en especial para las más vulnerables (los datos de la Fiscalía lo confirman: 97 % de las denuncias por aborto provienen de las zonas rurales).
Aplausos de pie, pero ubiquémonos en la historia del aborto en Colombia: Causa Justa ha logrado un triunfo para el país y Latinoamérica (medios internacionales como El País o The Guardian reconocen esta gesta, histórica); no obstante, esta victoria no es exclusiva de las actuales demandas ni del grupo que lideró la abogada Mónica Roa, en 2006. Las colombianas recogemos hoy el legado de incontables mujeres, algunas de ellas anónimas, que desde las regiones han luchado durante décadas contra las fuerzas patriarcales más oscuras. Solo dos ejemplos, en Antioquia: la antropóloga Judith Botero y la psiquiatra Lucrecia Ramírez.
Derramé lágrimas de emoción ante la posibilidad de las vidas que serán salvadas gracias a esta decisión de la Corte Constitucional (CC); sin embargo, la discusión no se limita a “trasladar el problema del campo penal al de la salud”: la almendra es nuestro libre albedrío conectado con los derechos a la igualdad y dignidad humanas.
Ahora, la reciente interferencia de Iván Duque con el poder judicial induce al error. “Cinco personas no pueden fijar lineamientos en algo tan sensible”: son tres magistrados, una magistrada y un conjuez que debatieron dos demandas, una de ellas con más de 500 días en los despachos del tribunal. Tras las recusaciones e impedimentos que dilataron el proceso, vale la pena reflexionar sobre los votos “predecibles” por las tendencias ideológicas de los magistrados (que obviamente tienen convicciones, pero eso no les debería impedir fallar en derecho).
La magistrada Diana Fajardo acertó dos veces: primero, con su posición ante el impedimento de Cristina Pardo y, segundo, al votar a favor de las mujeres más vulnerables. (Pardo solo “cuestiona” sus propias convicciones cuando se trata del proceso de paz, para cumplir su compromiso con Juan Manuel Santos).
Tampoco nos equivoquemos con la premisa de que “los votos de cuatro magistrados demuestran que los hombres sí pueden opinar del aborto”. Todas las personas podemos opinar libremente sobre el aborto, pero ante la decisión individual de una mujer sobre su cuerpo solo queda el respeto a su libre elección.
La CC una vez más sacó la cara por los derechos civiles, pero moderemos el heroísmo. Asiste la razón a la médica Ana Cristina González, experta en derechos sexuales y reproductivos: “La Corte dejó pasar una oportunidad histórica para reducir, con la eliminación total del delito de aborto del Código Penal, la discriminación hacia nosotras” (Cambio, 23/02/2022).
Se ha dicho tanto sin justa causa… A las mujeres que hemos abortado no nos bajan de “asesinas”. Desde los medios de comunicación y en discusiones familiares y de amigos es preciso derrumbar el pedestal moral: dejen de escupir sobre las mujeres que hemos tomado la decisión más dolorosa de nuestra vida.
Esta no puede ser la última palabra. ¡El delito de aborto tiene que ser eliminado del Código Penal!
“Cero” concesiones. Empecemos por lo mínimo: votar bien.