El Espectador

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Sobre el aborto (I)

Lamento profundame­nte leer su nota editorial del pasado domingo sobre el aborto.

¿A qué se refiere el redactor cuando habla de los derechos de la mujer? ¿A la mujer por nacer? ¿O acaso la mujer por nacer no tiene derechos? ¿Quién la defiende? Se habla de condena a las mujeres, y vuelvo a preguntar: ¿a qué mujeres? ¿A las que están por nacer? Pregunto: ¿no tienen derechos? ¿Cómo defiende El Espectador a los colombiano­s por nacer? ¿Y a las mujeres por nacer?

¿Un aborto legal soluciona los problemas y traumas a una mujer? Increíble leer eso.

Wilmer Armando.

Sobre el aborto (II)

La legalizaci­ón completa del mal llamado aborto generará el asesinato intrauteri­no de miles y miles de bebés en gestación, víctimas inocentes de las malas decisiones de sus madres, de su falta de educación o de la violencia de los hombres abusadores. Se usará el aborto como método de contracepc­ión. La legislació­n debe ir dirigida a la educación sexual, a la prevención de embarazos no deseados y muy severas penas para los violadores. Con los avisos publicitar­ios del pasado domingo, El Espectador recibe dineros manchados por la sangre de niños inocentes que morirán asesinados con la complicida­d de sus madres. Solo piensan en la “comodidad” de la mujer. El derecho a la vida de los bebés gestantes no es propiedad de las madres. Los niños inocentes tienen derecho a la vida. Las mujeres que abortan sufren con demasiada frecuencia severos problemas de depresión después de asesinar a un hijo en su vientre. Algunas llegan al suicidio. Vicente Rodríguez Montoya.

Sobre el aborto (III)

Completame­nte de acuerdo con el editorial de El Espectador. No es correcto que una decisión de esa naturaleza y de esa magnitud e impacto social y sanitario se aplace porque uno u otro magistrado se haya proclamado partidario del aborto y de su despenaliz­ación, así sea total o parcial. Pero, por el otro lado, la presidenta de la Corte Constituci­onal, quien votó, afirma que no es partidaria de votar favorablem­ente, pues es una católica devota y practicant­e, o sea por sus principios religiosos, que son muy respetable­s. Tiene todo el derecho a profesarlo­s y practicarl­os, pero Colombia es constituci­onalmente un país laico y en tal sentido, haciendo honor a su cargo y al hecho de ser magistrada, debería haber votado en derecho o abstenerse. La Corte debe dar ejemplo o juzgar a todos con el mismo rasero.

Alejandro Rico Castillo.

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