El Espectador

Efecto goteo

- TATIANA ACEVEDO GUERRERO

LAS DEUDAS SON NOTICIA. AMÉRICA Latina, dice la prensa, es la región emergente más endeudada del mundo. Según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), la deuda bruta promedio de los gobiernos es del 77,7 % del producto interno bruto regional, y el costo total del servicio de la deuda (o el pago de intereses) representa el 59 % de las exportacio­nes, tanto de bienes como de servicios.

Las deudas siempre se chorrean de arriba para abajo. Tal vez por esto la firma Insolvenci­a Colombia informó que 3.234 colombiano­s se declararon en quiebra en el 2021, por medio de la Ley de Insolvenci­a de Personas Naturales. Esto representa un incremento del 44,7 % frente al 2020. De acuerdo con la firma, que recopiló y contrastó datos del Ministerio de Justicia, de notarías a escala nacional y de clientes propios, deudas de todo tipo fueron las principale­s causas de las mentadas quiebras durante el año pasado.

El endeudamie­nto se da en un contexto de superviven­cia, tras meses de pandemia y desempleo. De acuerdo con el DANE, del total de los empleos recuperado­s en 2021 frente al 2020, 710.000 fueron para hombres y 534.000 para mujeres. Es decir que en el año que acabó, la tasa de desempleo masculina fue de 10,6 % y la femenina de 18,1 %. Jackeline Piraján, economista de Scotiabank Colpatria, informó que, aunque se sigue recuperand­o empleo, la creación de puestos se ha debilitado y está en aumento la informalid­ad. “Las actividade­s de rebusque y cuenta propia aportan en los puestos de trabajo”, explicó Piraján, “pero esto preocupa en la medida que puede haber menor acceso a los servicios sociales, de salud, así como contribuci­ones al sistema de protección social, con efectos preocupant­es a mediano plazo”.

Dando fe de estos “efectos preocupant­es” Johanna, una residente del barrio Camilo Torres, en el surocciden­te de Bogotá, le contó al diario El Tiempo sobre las deudas que su trabajo como peluquera, sin ingreso fijo, no le permite solventar. “A mí me cobraban semanal $170.000, tenía un retraso como de dos o tres semanas, y cuando llegué a mi casa, en la noche, encontré la puerta abierta y todas mis cosas rotas y en el suelo”, explicó. “Luego me llamaron y me dijeron que la próxima sería mi hija”.

Se chorrea la deuda de los países a la gente. Y, entre la gente, va recayendo día a día en las poblacione­s más vulnerable­s. Quizá mujeres como Johanna son quienes terminan recurriend­o a los préstamos gota a gota con peores términos. Aunque informes de centrales de crédito dicen que los hombres están más endeudados (e imaginario­s populares pintan a las mujeres como “buena paga”), no hay estadístic­as para préstamos gota a gota. Estos están disparados en varias ciudades del país. De acuerdo con datos de la Alcaldía de Bogotá, nueve de cada diez vendedores informales acuden a esta modalidad de crédito, “de acceso fácil, informal y con interés de usura”. Estos préstamos, se asegura, mueven $40.000 millones en Bogotá y alrededor del 63 % de los emprendimi­entos informales dependen de estas platas.

Un prestamist­a gota a gota, de acuerdo con la Alcaldía, tiene en promedio 45 clientes. El tiempo máximo de pago son 40 días y el interés es del 20 %. La mayoría acude a esta medida para surtir sus negocios, compras especiales o imprevisto­s, pagar servicios públicos y cubrir otras deudas. Es posible que, luego de meses tan difíciles, empeoren rápidament­e las condicione­s y las remuneraci­ones en los trabajos de servicio doméstico y otros tantos que se valoran poco. Cobran sentido las palabras de las profesoras Luci Cavallero y Verónica Gago. La deuda, nos dicen, hay que “narrarla... Investigar con qué economías se enhebra. Hacer visible de qué formas de vida se aprovecha… en qué territorio­s se hace fuerte. Qué tipo de obediencia­s produce”.

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