No es retórica la soledad de Ucrania
En El Espectador del sábado 26 de febrero (pág. 2), el escrito “Ucrania, el as bajo la manga de nadie, ¿por qué es tan complicado su futuro?” se refiere al reclamo sobre la soledad de Ucrania ante la agresión rusa y, con apoyo en la interpretación del profesor Rafael Piñeros, considero que banaliza la realidad y el patetismo de las palabras del presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, pues, a su entender, se trata de simple y vana retórica de alguien que, por haber sido antes un comediante, solo busca un apoyo interno con palabras que reflejan ignorancia, según se dice. Con el mayor respeto, disiento de ese análisis. Ello, por cuanto, absolutamente al margen de si ese presidente es el más capaz o no, ese desesperado reclamo tiene bases reales de innegable trascendencia. En efecto, Ucrania es (era) un país libre y soberano, reconocido en el concierto de las naciones como tal y, por lo tanto, un miembro de la comunidad internacional que está siendo vil e injustamente agredido. Es decir, el ataque a Ucrania no es solo a ese país sino a la democracia misma, al orden internacional sobre el cual se apoya y, por ello, a esa comunidad que la conforma. Luego sí es cuestión de cobardía el que esa comunidad no responda de manera directa a esa criminal agresión —aunque Ucrania no forme parte de la OTAN—. Porque, además, lo peor es, como el mismo profesor Piñeros no puede dejar de reconocerlo, que los desafíos de Putin continuarán y, es obvio, sus ansias imperialistas de expansión no se calmarán. Precisamente fue esa tibieza mostrada en el 2014 ante la ilegal anexión de la península de Crimea por parte de Rusia la causa de la invasión presente, por lo que los interrogantes que se imponen son cuando menos dos: ¿hasta dónde debe llegar el autócrata para que se decidan a parar sus desafueros? ¿qué mensaje se le está mandando a China que tiene iguales ansias de expansión?
Óscar Villada Martínez