La hora de las juventudes
QUE EL QUE DICE URIBE Y EL QUE dice Vargas Lleras, a pesar de todo lo que se sabe y se ha dicho, sigan al frente de su coalición, según encuestas, habla tanto de la coalición como de quienes, envejecidos en cuerpo o mente, dicen que votarán o que “les toca” votar por ellos. Con razón el nombre, Equipo por Colombia, que hoy depende de otros “resultados” y de otras “jugaditas” para seguir en competencia.
Esa exhibición de motivos debería ser suficiente para que las encuestas dejaran ver el remezón que un país sensato debería empujar no solo para cambiar, sino para enviar al ostracismo a muchos personajes retorcidos que se pasean orondos, o aspiran a hacerlo, por el Congreso con la etiqueta de empresarios, ganaderos o servidores públicos. Al fin y al cabo, quienes contestan sondeos son, o deben ser, los que más conocen en sus regiones a los reincidentes o a quienes quieren hacerlo en cuerpo ajeno.
Pero esa es una labor para ciudadanos, no para quienes se resignan a seguir con los mismos y ya no en las mismas, sino en las peores.
Por eso, es menester invocar conciencia y acción de las juventudes, protagonistas recientes del sentir político, hoy ignoradas.
Cuando se lo propusieron, con valentía, lograron los cambios que requirieron. Les dieron carne y hueso a redes sociales. Entendieron que no había dos mundos, sino una sola realidad que había que cambiar con marchas, arte, ingenio, voz potente y coherencia.
Pues les ha llegado de nuevo su hora, la de salir a votar, primero en contra del peor enemigo de todos: los corruptos. Con eso sería suficiente. Los cambios son lentos. Pero si en ese reto encuentran opciones para acabar con exclusiones, autoritarismos, violencias como método y miedos como estrategia, ese cambio será imparable.
En sus manos está, ya que algunos de los otros no quieren y los demás, de este equipo obsoleto que nos hace país, no pudimos.