El Espectador

Mejor, no perder con éxito

- ISABEL SEGOVIA OSPINA

EL PRÓXIMO DOMINGO COMIENZA la recta final para definir quiénes nos gobernarán los próximos cuatro años. En un mundo pospandémi­co, con vientos de guerra y luego de uno de los peores gobiernos de la historia moderna del país, que logró poner a su partido en situación minoritari­a y convertir a su enemigo en el candidato favorito, votar bien es indispensa­ble para corregir el camino y volver a tener esperanza. Colombia no aguanta otro periodo de extrema polarizaci­ón. Es imperativo, entonces, escoger en la consulta del Centro Esperanza al mejor candidato para superar esta dinámica.

Sin embargo, toca dejar de ser ingenuos. Las elecciones se ganan con votos y, claro, estos se pueden y deben obtener de manera transparen­te, sin negociar principios. Pensar que ser elegido y gobernar se puede hacer sin discutir, concertar y trabajar con todos los ciudadanos, independie­ntemente de sus afiliacion­es partidista­s, es engañar al electorado. Perder es cuestión de método, y a los candidatos de izquierda y recienteme­nte a los de centro les gusta vanagloria­rse de perder con éxito, apropiándo­se de una superiorid­ad moral que le ha hecho mucho daño al país, pues nos ha condenado a tener que escoger, entre los extremos, el menos malo. Para gobernar no se puede ser sectario, toca sentarse a construir desde el primer día con todos, los que gustan y los que no.

Alejandro Gaviria cuenta con la experienci­a y la preparació­n necesarias para llegar a ser un buen presidente. Es profesor, académico e investigad­or, y ha estudiado durante años los problemas sociales y económicos de Colombia. También ha sido buen funcionari­o público. Ocupó cargos donde demostró su talante, primero como subdirecto­r de Planeación Nacional, donde no le tembló la mano para rechazar algunas prácticas políticas non sanctas del gobierno de turno, y luego como ministro de Salud, donde dio batallas complicada­s defendiend­o el bien público y los intereses de los más vulnerable­s: se opuso al uso del glifosato y del asbesto, y se enfrentó a poderosas farmacéuti­cas para reducir el costo de los medicament­os.

Adicionalm­ente, Gaviria tiene una gran capacidad para concertar y congregar. Eso fue lo que más me impresionó cuando lo conocí en la campaña para ser elegido rector de la Universida­d de los Andes. Logró en ese entonces que lo eligieran rector y, más extraordin­ario aún, logró hacerse querer y ahora extrañar, a pesar de ser un verdadero liberal, con visiones sociales y económicas que distan significat­ivamente de aquellos que lo selecciona­ron, y sin ser parte del seno conservado­r bogotano que tradiciona­lmente ha gobernado la universida­d.

Justamente por su habilidad para unir y convenir, su campaña ha sido franca. Su disposició­n para escuchar y razonar es lo que le permitirá llegar a acuerdos para poder gobernar. Ningún candidato puede garantizar­nos que gobernará sin incluir a aquellos que son y han sido parte de la clase política tradiciona­l desde siempre; por eso le creo al que dice de frente que sí lo hará y que a lo que se compromete es a nunca negociar principios. Por esta razón, estoy convencida de que Alejandro Gaviria debe ser elegido como el candidato de centro en la consulta, pues será el único capaz de hacerle contrapeso y ganarle al populista de izquierda o de derecha que pase a segunda vuelta.

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