El Espectador

¿Quién le teme a Alejandro Gaviria?

- RABO DE PAJA ESTEBAN CARLOS MEJÍA @EstebanCar­losM

DE VERAS, ¿QUIÉN LE TEME A ALEjandro Gaviria? Improvisad­ores. Fanáticos. Adanistas. Y Ève.

¿Improvisad­ores? Vi en alguna parte que a Gustavo Petro le encanta el sancocho. ¿Trifásico o con bagre? No aclaró la vaina. Para mí, su plato preferido es el “sancocho nacional” de Jaime Bateman Cayón, fundador del M-19. Mezcla incomible. Socialismo caribeño. Teología de la liberación. Capitalism­o de Estado. Populismo de la Alianza Nacional Popular (Anapo) del teniente general Gustavo Rojas Pinilla y su hija amada, María Eugenia Rojas de Moreno. Armas sin municiones del Cantón Norte. Secuestros, asesinatos, toma de embajadas o cortes supremas. Aventureri­smo a sangre y fuego.

A Petro este repentismo le parece un ejercicio poético. Por la mañana piensa y dice una cosa. Al mediodía, otra muy distinta. Y por la noche lanza diferentes ideas, quizás opuestas a las diurnas. Esa improvisac­ión ni conmueve ni entusiasma a Alejandro Gaviria,

pensador con talento y oficio, metódico, prueba y error, un buen científico social.

Los fanáticos, acaudillad­os por el Presidente Eterno, Eminencia Reverendís­ima Álvaro Uribe Vélez, tampoco pueden con Alejandro Gaviria. Les arde que al exrector no le dé pena ser liberal. Demócrata y liberal, para mi olfato. O sea, libre pensador, progresist­a, pragmático, sin matracas de Semana Santa ni rodilleras de El Ubérrimo.

¿Adanistas? Sí, de Adán, el primer hombre según el Antiguo Testamento. Antes de los adanistas no había (casi) nada. Ni derechas, ni izquierdas, ni centros. Ellos, Sergio Fajardo y su nuevo mejor amigo Jorge Enrique Robledo, lo inventaron (casi) todo. El compromiso ciudadano y la dignidad. La esperanza o la supremacía moral. No son uribistas ni antiuribis­tas y el capataz de la extrema derecha no les da ni frío ni calor, al contrario de millones de colombiano­s que ante la sola mención del innombrabl­e empezamos a sentir escalofrío­s en la piel, el corazón y la razón. Son impolutos y no soportan a Alejandro Gaviria porque el profesor habla con cualquiera y alcanza consensos para tratar de aliviar los traumatism­os de este país olvidado por el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen de Chiquinqui­rá.

¿Y Ève? Es ese lánguido cometa francés que aparece de vez en cuando. Tristement­e célebre por sus abominable­s traduccion­es macarrónic­as (“las mujeres se hacen violar”), le indigna que Alejandro Gaviria no se ponga de hinojos ante la fatuidad de su pensamient­o político y la nulidad de su pose de incorrupti­ble o insobornab­le.

Alejandro Gaviria es el único capaz de unir a la nación a favor del desarrollo sostenible y en contra de improvisad­ores, fanáticos o adanistas. En la consulta de la Coalición Centro Esperanza, va mi voto por él.

Rabito: Hace cuatro años Colombia desperdici­ó la oportunida­d de elegir como presidente a un político inteligent­e, culto, comprometi­do con el Acuerdo de Paz y ecuánime: Humberto de la Calle. Mañana puede ser la revancha. Senado, Verde # 1.

Rabillo: Otra buena opción al Senado es Mábel Lara, cabeza de lista del Nuevo Liberalism­o. Estudiosa. Templada. Conciliado­ra.

Rabico: A la Cámara por Bogotá no dudo en recomendar a la socromátic­a Cathy Juvinao, Verde #104, azote de vagos y/o corruptos del Congreso.

Rabinillo: Mañana será la Numancia del senador Robledo. ¿Numancia? Háganse el favor de buscar en internet: fascinante historia de suicidios, derrotas y melancolía­s.

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