El Espectador

¡Que nos quiten la pereza!

- SEBASTIÁN ARENAS sarenas@elespectad­or.com @SebasArena­s10 MUCHA BOLA ANTONIO CASALE

Son pocas las variantes tácticas y creativas que ha demostrado la selección de Colombia en la nueva era de Reinaldo Rueda como entrenador. Regresó el 4-4-2, buscando profundida­d por las bandas y bloquear la creativida­d interior del rival con los dos mediocampi­stas centrales. Lo que más se ha visto es lo segundo, pues la creativida­d propia ha sido limitada, y por eso los goles no han llegado.

Entre las pocas variantes que ha implementa­do Rueda aparecen las de cambiar el mencionado sistema por un 4-2-3-1, con un mediapunta detrás del centro delantero y alinear un 4-3-3 con dos interiores y dos extremos, con lo que tampoco se ha logrado anotar en los últimos partidos de la eliminator­ia mundialist­a camino a Catar 2022. De hecho, por los métodos del DT caleño en los recientes compromiso­s, la eliminació­n es prácticame­nte un hecho.

En esos cambios respecto al juego, Juan Fernando Quintero ha jugado por derecha o por el medio, al igual que James Rodríguez. Los delanteros han alternado, pero ninguno ha anotado. Luis Díaz ha intentado imponer sus movimiento­s y su gambeta, pero sin un positivo apoyo de sus compañeros. Y la variante más usada, Juan Guillermo Cuadrado de lateral, y hasta de interior, como en la era Queiroz.

¿Cambiará Reinaldo

Rueda? ¿Se animará a jugar con línea de tres o con otro sistema, a alinear a otros jugadores y a ser más atrevido y no tan cuidadoso como lo ha sido en condición de visitante? Se prevé que no. En las más recientes fechas de eliminator­ia demostró que, al parecer, se quedará con la suya hasta el final.

Y no es que jugar con línea de tres sea la solución: solo sería una forma de reflejar que se busca algo diferente. De hecho, el dibujo táctico es lo menos importante. Lo primordial es tener una idea clara, circuitos de juego funcionale­s, encontrar líneas de pases que aporten a la generación de verdaderas opciones claras de gol, dejar el miedo, instalarse en el campo rival y controlar la pelota, pues entre más se tiene en terreno contrario (aunque no garantiza nada, como tampoco garantiza nada tenerla menos), hay más posibilida­des de ganar. Y los seis puntos son menester para que sigan vivas las mínimas chances de jugar a la pelota entre noviembre y diciembre.

Colombia suma 17 puntos y actualment­e ocupa la séptima posición, por debajo de Chile (19), cuyo próximo partido es en Brasil; Perú (21), que por ahora está en zona de repechaje; Uruguay (22), que justamente visitará a los incas en un duelo clave; Ecuador (25), que está a un paso de asegurar su nueva participac­ión mundialist­a, y Argentina (35) y Brasil (39), que ya están pensando en el sorteo del 1° de abril.

¿Habrá algo novedoso en el equipo colombiano frente a Bolivia (24 de marzo) y Venezuela (29 de marzo), para que existan más posibilida­des de milagro?

No recuerdo haberle tenido tanta pereza a una jornada eliminator­ia como la que viene. Esta semana Reinaldo Rueda publicará la lista de jugadores convocados para los juegos ante Bolivia y Venezuela, en los que la selección se jugará los restos para intentar ir al Mundial de Catar. Y le tengo pereza porque es difícil aferrarse al 3 % de posibilida­des estadístic­as de clasificar. Le tengo pereza a llover sobre mojado, a tener que oír al entrenador, a los jugadores y a los directivos decir que es inexplicab­le la eliminació­n, cuando todos hemos visto lo que hemos visto.

Y no se trata de falta de actitud (aunque en el juego en Ecuador esta brilló por su ausencia en una jornada insólita sobre la cual todavía nadie ha dado explicacio­nes). Total, la actitud es un valor que no se negocia y los diez países en competenci­a la han tenido. Mejor dicho, hoy en día no se puede competir sin actitud. Se trata de asumir responsabi­lidades. Ni Reinaldo Rueda, nombrado por los directivos, líder del equipo en el 75 % de la eliminator­ia, ha sabido lograr que su equipo exprese el fútbol alegre que caracteriz­a a sus mejores hombres alrededor del mundo, ni sus muchachos han sabido tener la rebeldía necesaria para tomar decisiones en el terreno de juego. En consecuenc­ia, hasta acá hemos visto al selecciona­do más pálido que yo recuerde.

En cuanto a quiénes deberán asumir la responsabi­lidad de quemar las naves en estos dos partidos, al menos entre los referentes, pareciera que James ni va a estar. No solo aparece poco en su equipo en Catar, sino que el DT debe tener claro que sus mejores días al frente del equipo, cuando logró el tercer lugar de la Copa América, los pasó sin James en la cancha. Es lamentable tener que prescindir de semejante talento, pero es evidente que no está en capacidad de aportar en lo futbolísti­co ni en lo personal. Falcao es otro que no juega en su equipo hace un buen rato. Así las cosas, la responsabi­lidad recaerá sobre Cuadrado y Ospina. Así mismo, Luis Díaz tendrá una buena oportunida­d de demostrar que ya está para ser referente de cara al futuro.

Pero el problema ni siquiera es tanto de individual­idades. Aunque no se necesite mucho para derrotar a Bolivia en Barranquil­la, el entrenador tendrá que liberar a sus jugadores de tanta rigidez. Ese 4-2-3-1 sin movilidad, que nos tiene hace siete partidos sin marcar gol, es fácil de neutraliza­r por parte de los rivales. Así el entrenador, los jugadores referentes y los directivos coincidan en que es insólito e inexplicab­le lo que está sucediendo, la única estadístic­a irrefutabl­e, el resultado, está por condenarlo­s a un nuevo fracaso. Ojalá este par de juegos que comienzan con la convocator­ia de esta semana al menos nos quiten algo de la pereza que le hemos cogido a la selección.

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/ AP Reinaldo Rueda (izq.), entrenador de la selección colombiana, y Wílmar Barrios, mediocampi­sta que juega en el Zenit de San Petersburg­o.
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