El Espectador

¿Por qué quieren entorpecer investigac­iones?

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXIV. www.elespectad­or.com

EL CAPRICHO DE LA ADMINISTRA­ción de Iván Duque contra el derecho fundamenta­l al acceso a la informació­n se quedó sin argumentos. Durante los peores momentos de la pandemia y de los confinamie­ntos tenía sentido que, mediante decreto, se ampliaran los plazos para que los funcionari­os públicos respondier­an a los requerimie­ntos de informació­n por parte de los ciudadanos. En aquel entonces, tener acceso a expediente­s no digitaliza­dos no solo era muy difícil, sino también un riesgo innecesari­o para la vida en medio de los contagios disparados y la ausencia de vacunas. Pero en la Colombia de 2022, después de un exitoso Plan Nacional de Vacunación, las objeciones planteadas por el presidente para mantener la extensión de los plazos son un golpe inaceptabl­e a la libertad de expresión y de prensa.

El Congreso de la República lo vio de la misma manera. Por eso se aprobó un proyecto de ley que pretendía devolver el derecho de petición a los tiempos determinad­os por la Constituci­ón y la amplia jurisprude­ncia de la Corte Constituci­onal en el tema. Sin embargo, cuando llegó al despacho del presidente Duque, este decidió objetar la ley. Con el agravante de que en la Rama Legislativ­a no se ha querido agendar debate para discutir tal intromisió­n presidenci­al en los derechos fundamenta­les.

Los tiempos para responder a un derecho de petición hacen una diferencia crucial en la labor de los periodista­s. Que toda entidad pública tenga que contestar y publicar la informació­n disponible es una herramient­a esencial para que los colombiano­s conozcan qué está ocurriendo. Tiene, además, todo el sentido del mundo: las actuacione­s y los datos de los funcionari­os públicos deben ser transparen­tes y de conocimien­to de todos los colombiano­s; después de todo, están trabajando financiado­s por nuestros impuestos y, en teoría, velando por el bien común.

Adicionalm­ente, las condicione­s de la pandemia cambiaron. Si el país está funcionand­o con apertura casi completa, ¿por qué seguir estorbando la labor investigat­iva y el acceso de los colombiano­s a la informació­n? ¿Qué fin ulterior se está cumpliendo con una limitación de esa magnitud? ¿De qué sirve haber contenido el virus si el Gobierno sigue utilizando poderes para tiempos de excepción?

Nos unimos al llamado de la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP) y la Asociación Colombiana de Medios de Informació­n (AMI): el Congreso debe discutir las objeciones e insistir en la aprobación del proyecto de ley. Como dijo la AMI en un comunicado: “Con el derecho a la informació­n, a la libertad de expresión y la libertad de prensa no se juega (...). Es indispensa­ble y urgente que la garantía del derecho al acceso a la informació­n retorne a la normalidad, que se garanticen las condicione­s señaladas en la Ley Estatutari­a y no se extiendan, de manera injustific­ada, las limitacion­es impuestas por el Gobierno Nacional durante el estado de emergencia”.

Ya que superamos el ruido de las elecciones legislativ­as, los congresist­as deberían volver al trabajo y darle trámite de urgencia al análisis de las objeciones. Cuando los derechos fundamenta­les están en juego, el Congreso está llamado a ejercer como contrapode­r. No hay que esperar más.

‘‘No

hay ningún motivo para seguir limitando el derecho fundamenta­l al acceso a la informació­n pública. El Congreso debe actuar”.

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