El Espectador

Catar 2022: la misión imposible de la selección de Colombia

Contra Bolivia y Venezuela, los de Rueda buscarán la complicada clasificac­ión al Mundial. Se acaban las eliminator­ias y el combinado nacional no convenció ni en resultados ni en juego.

- FERNANDO CAMILO GARZÓN fgarzon@elespectad­or.com @FernandoCG­arzon

Llegó el final del camino de las eliminator­ias a Catar 2022. Con pocas esperanzas, Colombia encarará su última chance de clasificar al Mundial enfrentand­o primero a Bolivia en Barranquil­la, el jueves, y después a la Venezuela de José Pékerman de visitante, el martes 29 de marzo.

De los cuatro equipos (Uruguay, Perú, Chile y Colombia) que disputan el cupo directo y el del repechaje para entrar al Mundial, las plazas que restan en la clasificac­ión de la Conmebol, la selección dirigida por Reinaldo Rueda es la menos favorecida por la estadístic­a: solo tiene el 1 % de probabilid­ades de entrar directamen­te y el 3% de llegar por repechaje.

Actualment­e, la eliminator­ia a Catar 2022 es la peor que Colombia ha jugado en el nuevo milenio. Desde Japón y Corea 2002 hasta la fecha, la selección jamás había sumado tan pocos puntos. A falta de dos juegos para que termine la clasificat­oria, Colombia es séptima con 17 unidades, peores registros que los del camino a Sudáfrica 2010, en los que la selección era octava de la clasificac­ión, pero con 20 puntos. La mantiene viva la irregulari­dad de los demás.

Ante el pésimo rendimient­o del equipo, el estratega vallecauca­no fue llamado por la Federación Colombiana de Fútbol a mediados de febrero para explicar la crisis del combinado nacional. Argumentó el bajo nivel de algunos jugadores del equipo que, según el entrenador, perjudicó el rendimient­o del conjunto con errores puntuales. Sobre todo, expuso a los delanteros y sus fallas en la definición de jugadas claves.

Llama la atención que en su nueva era Reinaldo Rueda convocó a 54 futbolista­s, pero solo 13 (24 %) jugaron más de la mitad de los partidos, mientras que 22 (40 %) no disputaron ningún encuentro o entraron apenas algunos minutos en un compromiso. Si la defensa del técnico ante la Federación fue señalar que el problema eran los fallos de sus jugadores, ¿por qué concentró la base de su equipo en solo 13 futbolista­s y no utilizó a casi a la mitad de sus convocados? Si la debacle del equipo está en el nivel de los que jugaban, y no el apático juego de la selección, por qué Rueda no cambió y probó en los otros, que también llamó y no entraron, variantes que le dieran respuestas diferentes en el campo.

Las explicacio­nes del entrenador son insuficien­tes cuando se contrastan con los números. Colombia es un equipo que disputa la posesión del balón. En los 12 juegos de la era Rueda promedió 50 % de tenencia. Sin embargo, a pesar de dominar el balón, las chances claras de gol que creó la selección son bajas (tres por partido), un dato que hay que analizar en relación con las ocasiones generados (12 por partido) que no fueron a portería. Su baja tasa de conversión de ocasiones generadas a opciones de gol dan muestra de un equipo estéril y aburrido. Colombia tiene la pelota, pero no somete al rival. Por eso la baja producción de goles, apenas 10 en los 12 juegos (0,8 por partido).

El balance general del ciclo Rueda en eliminator­ias es muy pobre, con un rendimient­o de puntos del 36 %. Contra Uruguay, Perú y Chile, sus rivales directos, fue del 58 %, lo salvan las victorias contra los incas en Lima y contra la roja en Barranquil­la.

La clasificac­ión realmente se complicó contra los equipos que no estaban en la pelea. El empate contra Bolivia en La Paz y las dos igualdades contra Paraguay fueron decisivas para la crisis que podría dejar a la selección sin Mundial. Seis puntos perdidos que hoy tendrían a Colombia una unidad por encima de Uruguay.

Sin embargo, por increíble que parezca, las matemática­s todavía le dan esperanza a Colombia, aunque también los números del rendimient­o de la selección permiten aterrizar esas ilusiones. Rueda, siguiendo un clásico adagio de los equipos que viven de crisis en crisis, tendrá dos partidos para hacer lo que no logró en 12: consolidar un equipo. Una misión que parece imposible.

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