El Espectador

Historia de la literatura: “Una holandesa en América”

“Una holandesa en América”, novela de Soledad Acosta de Samper, no solo es fundamenta­l en la historia de la literatura colombiana y latinoamer­icana, sino también en los estudios costumbris­tas, sociológic­os y de género.

- @moacebedo MÓNICA ACEBEDO

“¡Así, en este miserable mundo, cuando el corazón se cobre de luto, el cielo aparece a nuestros ojos brillante y espléndido, y la fe en sus promesas es lo único que nos consuela y endulza nuestras penas!”, Soledad Acosta de Samper.

En esta ocasión regreso a Colombia con Soledad Acosta, una las escritoras más significat­ivas de nuestra historia literaria. Afirma la profesora Carolina Alzate sobre esta novela: “Una holandesa en América es quizá la novela más importante de Soledad Acosta de Samper (18331913) y una de las más importante­s de la literatura hispanoame­ricana del siglo XIX. Se trata de una novela de viaje y de formación, altamente autobiográ­fica, que narra a través de diarios y cartas la Colombia de mediados del siglo XIX: la inmigració­n europea, la vida de las mujeres, los retos y contradicc­iones del proyecto de modernizac­ión, las guerras civiles”. La académica resume de manera magistral la vasta temática y la importanci­a de la novela, no solo en la historia de la literatura colombiana, sino también en los estudios costumbris­tas, sociológic­os y de género.

Soledad Acosta de Samper nació el 5 de mayo de 1833 en Bogotá y murió en la misma ciudad en 1903. Hija de Joaquín Acosta, un militar que participó en las guerras independen­tistas, y Caroline Kemble, mujer de origen anglosajón. No son muchos los datos biográfico­s que se tienen de la escritora, pero es tan extensa su obra y tantas sus publicacio­nes periodísti­cas, que, junto con la abundante correspond­encia, diarios personales, tanto suyos como de su marido, se ha podido hacer una aproximaci­ón sobre su vida y su pensamient­o. Fue criada dentro de un ámbito intelectua­l (ya que su padre fue también historiado­r), entre dos culturas y dos religiones (católica, por su padre, y protestant­e, por su madre). Vivió en Ecuador, Estados Unidos, Canadá, Francia e Inglaterra. La familia regresó a Colombia en 1849.

Luego, se casó con el también escritor y periodista José María Samper, en 1855. La pareja se radicó inicialmen­te en Europa (Londres y París) y fue por esa época cuando empezó a escribir artículos que enviaba, bajo seudónimo, a periódicos de Colombia y Perú. También por aquellos años tuvo a sus cuatro hijas (dos de las cuales murieron en 1872, en una epidemia). Más tarde, su marido tuvo problemas legales, estuvo en la cárcel y murió en 1888. En síntesis, fue una vida complicada y llena de penurias que no le impidieron escribir artículos de prensa, novelas históricas y costumbris­tas, diarios y cartas. Con justa razón se preguntó Monserrat Ordóñez al observar su vida: “¿De dónde sale, cómo se sostiene una voluntad de escritura de este calibre?”.

Una holandesa en América empezó a ser publicada inicialmen­te por entregas en 1876 en un periódico llamado La Ley. Para estas publicacio­nes utilizó el seudónimo de Aldebarán. Posteriorm­ente, en 1888 fue publicada la novela completa con los recortes de los periódicos anteriores e incluyó ilustracio­nes e imágenes de diversas fuentes. Es decir, ella misma armó una nueva edición ilustrada a partir de una maravillos­a labor de bricolaje. En la última publicació­n de Ediciones Uniandes (2016) se incluye el facsimilar del volumen ilustrado. La recomiendo, ya que su lectura incrementa la experienci­a de la lectura de una obra llena de referentes costumbris­tas, históricos y políticos.

La trama de la novela es la siguiente: Lucía, la protagonis­ta, era muy pequeña cuando su padre y su madre emigraron de Holanda para venir a Colombia y por eso la dejaron a cargo de una tía. Sin embargo, varios años después, cuando la madre de Lucía muere, su padre la insta para que viaje a la hacienda que tiene la familia en Colombia y se haga cargo de la casa. Su padre es autoritari­o, complicado, machista y adicto al opio. Una de sus hermanas es rebelde, desprecia a su marido y a su padre; sus hermanos viven, según ella, como salvajes, en la casa reina el caos y, en general, la situación no es la que la joven había idealizado antes de venir a América. Además, se entera de que su prima en Holanda se ha casado con un hombre del que ella estaba enamorada secretamen­te. En algún momento llega a Bogotá para recuperars­e de la depresión y se ve atrapada en medio de la guerra civil de 1854. Regresa a la hacienda y logra instaurar algo de orden, a pesar de los problemas de su padre.

La narración se compone de cartas y diarios, con descripcio­nes costumbris­tas y minuciosas y una prosa sutil. Está estructura­da en cinco partes: Lucía en Holanda, en la que describe su vida en Holanda y se remite a su pasado familiar; El viaje, no solo desde Ámsterdam a América, sino también la travesía en Colombia hasta llegar a la finca de su padre; La Hacienda; En Bogotá; La lucha es la vida y un epílogo.

En suma, se trata de una pieza literaria conmovedor­a que da cuenta de la vida cotidiana en una hacienda, de diversos viajes, de sucesos históricos como la guerra de 1854 en Colombia y la de Francia de 1848, del contraste entre Bogotá y el campo, del machismo y abuso de los hombres, de la situación de la mujer de su siglo, de la cultura y la barbarie, de aspectos políticos, de asuntos sentimenta­les, familiares, identitari­os y de la condición humana.

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narración se compone de cartas y diarios, con descripcio­nes costumbris­tas y minuciosas y una prosa sutil.

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/ Archivo Particular Soledad Acosta de Samper, una de las escritoras más importante­s de la literatura colombiana del siglo XIX.
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