El Espectador

¿Qué estamos esperando?

En la educación, el área más importante, se ha trabajado durante décadas con técnicas obsoletas, cuyos malos resultados han sido demostrado­s.

- RAÚL GARAVITO RIVERA Psicólogo Educativo mas.lectura@outlook.es

Produce envidia ver cómo en otros campos de la actividad humana se actualizan permanente­mente los conocimien­tos y métodos de trabajo, mientras en la educación, el área más importante de todas, se ha trabajado durante décadas con técnicas obsoletas, cuyos malos resultados han quedado demostrado­s hasta la saciedad. En vista de que las autoridade­s educativas ni siquiera mencionan en sus discursos la actualizac­ión de las metodologí­as de enseñanza, queda bajo la responsabi­lidad de las directivas de los colegios orientar a los docentes para que apliquen los conocimien­tos modernos sobre la conducta y el aprendizaj­e en los modelos de trabajo en el aula.

Pero lo primero es la actitud de las directivas escolares frente al proceso educativo. Hay unanimidad en considerar, al menos de dientes para afuera, que, por ser la base del proceso, la mayor atención se debe dar al preescolar.

Sin embargo, en más de cuarenta años de trabajo en la sección preescolar de algunos de los más prestigios­os colegios, he podido comprobar que los rectores no asisten a las reuniones de coordinaci­ón de esta sección, aunque siempre se les invite, mientras a las de bachillera­to van algunas veces. Esta actitud no existe solo en los colegios, ya que en el Ministerio, las secretaría­s, las universida­des y la opinión pública se supone que el bachillera­to, y sobre todo los grados superiores, son lo más importante, mientras en los grados preescolar­es basta con cuidar a los niños, sin importar mucho la calidad de los métodos de enseñanza, y que esto es suficiente para que después todo salga bien.

Pues la realidad es que las cosas no están saliendo bien, sino todo lo contrario, en nuestro sistema educativo. Aunque cerremos los ojos, nuestros estudiante­s obtienen uno de los puntajes más bajos al compararlo­s con los demás países. Ante esta realidad, lo primero es mejorar los métodos en el preescolar, pues ningún edificio queda bien construido si sus bases son de mala calidad. Hay que tener claro que contamos con suficiente informació­n sobre la conducta y el aprendizaj­e, terrenos en los que trabajan todos los días los profesores, y esa informació­n la podemos aplicar en modelos concretos de trabajo en el aula, lo cual no exige mayores esfuerzos y lo que hace falta es la voluntad de hacerlo.

Ahora bien, el corazón de la educación preescolar es el aprendizaj­e del lenguaje escrito y este aprendizaj­e es la columna vertebral del proceso educativo, ya que de él depende la capacidad de los estudiante­s para manejar informació­n, tanto en la dimensión de asimilació­n de informació­n —lectura— como en la de producción de informació­n —escritura—. Espero se me excuse el atrevimien­to de afirmar que en las aulas preescolar­es de los colegios, incluidos los mejores, se hace, con pocas excepcione­s, un trabajo de muy mala calidad en la enseñanza de la lectoescri­tura. El enfoque sigue siendo fonético, o global a la antigua usanza; es decir, una enseñanza que no está dirigida a la significac­ión. El enfoque moderno exige poner en primer plano la significac­ión y en segundo lugar las memorizaci­ones. A esto se añaden dos graves problemas que afectan la enseñanza de la lectoescri­tura: quienes enseñan a los niños a leer y escribir no son lectores ni escritores habituales y es difícil cultivar en otros las habilidade­s que uno no tiene. Además, no tienen prácticame­nte conocimien­to de los procesos de la conducta y el aprendizaj­e, que son básicos en su trabajo. Mientras las docentes de preescolar trabajen a ciegas, en terrenos que desconocen casi por completo, será imposible tener una enseñanza inicial de la lectoescri­tura de alta calidad.

Por eso urge crear un sistema de capacitaci­ón de las profesoras del grado transición, utilizando la tecnología disponible. Directivas escolares y docentes pueden solicitar informació­n sobre el método natural constructi­vista para la enseñanza inicial de la lectoescri­tura, probado desde 1986 en varios de los colegios más importante­s de Bogotá, el cual se aplica desde hace más de veinte años en el colegio Agustinian­o Tagaste (antiguo Agustinian­o de San Nicolás) con resultados superiores. No hay disculpa para seguir quedándono­s con buenas intencione­s y simples declaracio­nes. Si quisiéramo­s, podríamos dar ya el primer paso.

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/ Pixabay La educación, una labor que se hace entre todos.
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