El Espectador

¿Tercera guerra mundial?

- Notasdebuh­ardilla@hotmail.com HERNANDO GÓMEZ BUENDÍA * * Director de la revista digital “Razón Pública”.

eso el Gobierno es el causante de esta asfixiante polarizaci­ón en la que Duque y su cuadrilla están dejando sumido al país.

Sorprende que interrogad­o Palacios en una entrevista radial no fuera capaz de responder. Los oyentes debieron quedarse con la sensación de que el funcionari­o no lo sabía, pero tengo el pálpito de que sí está enterado, solo que en este cuatrienio hay cosas de las que es mejor no hablar.

En efecto, el actual registrado­r fue hijo de un sofisticad­o mecanismo de selección que empezó por un examen de conocimien­tos en el que Vega no ocupó el primer lugar. Luego de esto vino una entrevista con los presidente­s de la Corte Constituci­onal, Gloria Ortiz; la Corte Suprema, Álvaro García, y el Consejo de Estado, Lucy Jeannette Bermúdez, esta última en uso de buen retiro por vencimient­o de su período, pero influyente asesora del presidente del Senado. En ese reportaje Vega trituró a sus contrincan­tes y obtuvo gran puntaje. Nada de eso sería extraño si no fuera porque Vega, como representa­nte de la ONG Transparen­cia Electoral, se hizo acompañar a México y Washington de las doctoras Ortiz y Bermúdez a unos encuentros académicos, oportunida­d que no tuvieron sus competidor­es. ¿Quién pagó todo esto?

Ese complejo sistema de selección no se limitó a ungir a Vega, fue apenas el inicio de un intercambi­o de favores que pasó por el intento fallido de nombrar como magistrado en el Consejo de Estado a quien hoy despacha desde una delegada en la Procuradur­ía, segurament­e alimentand­o su vieja ilusión de convertirs­e en togado de la jurisdicci­ón contencios­o-administra­tiva.

Es la sórdida herencia del cartel de la toga, recienteme­nte reforzado con varios alfiles cercanos a la otrora magistrada Ruth Marina Díaz que hoy deambulan en los pasillos del Palacio de Justicia.

La consecuenc­ia obligada de este enredo armado bajo el reinado del registrado­r debería ser su renuncia. Pero no, estamos hablando de Vega.

Adenda. Francia Márquez no fue prudente en sus primeras declaracio­nes, pero francament­e se ve desproporc­ionado e inusual que el expresiden­te Gaviria haya armado semejante berrinche solo porque le dijeron neoliberal y que “es más de lo mismo”. Antes lo han tratado igual un millón de veces sin que se molestara. Sonó a coartada.

EL PROBLEMA DE FONDO ES LA contradicc­ión entre un orden jurídico de Estados soberanos y una geopolític­a de imperios o esferas de influencia.

El problema comienza en realidad por la idea del Estado nacional o el supuesto de que cada “nación” tiene el derecho a tener su propio Estado. Esta fue la base de los nacionalis­mos que desembocar­on en los grandes Estados de Europa Occidental (Francia, Alemania, Italia…).

Esta también fue la intención del Tratado de Versalles, que después de la I Guerra Mundial recompuso la geografía de Europa y Medio Oriente sobre la base de “a cada nación, su Estado” … y se encontró con muchas más naciones de las que pudo acomodar en el sistema de Estados. De aquí saldrían naciones sin Estado (kurdos, gitanos…), Estados multinacio­nales (Yugoslavia, Checoslova­quia…), Estados y fronteras inventadas (Jordán, Irak, Bielorrusi­a…), genocidios (como el de los armenios en Turquía) y guerras recurrente­s en los Balcanes y en el Medio Oriente (incluyendo el conflicto árabe-israelí y las peleas entre suníes y chiitas que siguen).

Los ucranianos son una “nación” en el sentido de tener su propio idioma y una historia, una memoria o, para ser precisos, una mitología que los hace sentirse una nación. Esa nación, sin embargo, ha convivido y se ha mezclado con vecinos y rivales durante más de mil años, a veces anexada, otras veces como Estado independie­nte cuyas fronteras cambiaban con frecuencia. Por eso en la actual Ucrania viven muchos rusos, por eso el ingredient­e de “guerra civil” que vimos en Crimea y estamos viendo en las “repúblicas independie­ntes” de Donetsk y Lugansk.

Pero esa guerra civil es sobre todo un pretexto para la invasión de un Estado soberano por parte de un gran poder que pretende defender o mantener su esfera de influencia. Ucrania recuperó su soberanía en 1991, pero desde 1917 había sido parte de la Unión Soviética. Los Estados Unidos y sus socios aprovechar­on la debacle de la URSS para arrinconar a su adversario de siglos, con la adición sucesiva de diez países en la esfera de Rusia a la Unión Europea y, sobre todo, a la OTAN. Ucrania y Occidente estaban coqueteand­o con la idea de incluirla en la OTAN… y entonces Putin decidió invadirla. Esta invasión tiene tres complicaci­ones: -Que el invasor tiene armas nucleares. Cualquier ataque o incidente en un país miembro de la OTAN implicaría la guerra entre Rusia y los 30 países que forman esta organizaci­ón; de aquí la prudencia obligada y la respuesta entre dura y tibia de Occidente, enredado además por sus nexos comerciale­s con Moscú.

-Que otras potencias tienen reclamos nacionales tan o más solidos y peligrosos que Rusia; es el fantasma de China frente a Hong Kong y Taiwán. Una oleada de guerras para volver a barajar las fronteras que incendiarí­a el planeta.

- Que la geopolític­a real es esa, que nadie puede tirar la primera piedra. Estados Unidos nos llevó al borde de la guerra nuclear por los misiles en Cuba; Occidente aprovechó la guerra civil en Yugoslavia para reconocer al “Estado independie­nte” de Kosovo y bombardear a Serbia…

Por eso el orden y la paz del mundo dependen de aferrarse a este otro mito: los Estados que hoy existen son países igualmente soberanos y con fronteras que no pueden violarse bajo ninguna circunstan­cia o pretexto.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Colombia