De Iván Ilyín a Vladimir Putin
CONFIRMANDO LA FAMOSA FRASE de Keynes en el sentido de que las ideas de los filósofos políticos, cuando tienen razón o cuando están equivocados, rigen las ideas y el comportamiento de los gobernantes, Vladimir Putin sigue un libreto escrito hace muchas décadas por Iván Ilyín.
¿Quién fue Iván Ilyín? Se trata de un aristócrata ruso, opositor de la Revolución de Octubre, ideólogo de la Rusia Blanca, un cristiano de ideas fascistas, que vivió en el exilio en Alemania y Suiza, en donde murió en 1954. Ya en el siglo XXI, 100 años después de que escribiera sus primeras obras, su figura fue sacada del olvido por Vladimir Putin, quien llevó sus restos a Rusia, donde fue enterrado con todos los honores. A partir de entonces se convirtió en el principal ideólogo del régimen. Putin cita con frecuencia sus obras y lo considera como el más destacado historiador ruso y el inspirador de sus luchas contra los países de Occidente.
Ilyín produjo una extensa obra en la que creó el mito de una Rusia pura, virginal, víctima de la corrupción y el acoso de Occidente. Al igual que otros autores fascistas, desconoce al individuo y desprecia la democracia. Plantea que su nación es un organismo puro, con una valiosa alma colectiva que debe ser preservada de los ataques externos. De acuerdo con sus ideas, Ucrania es parte integral de Rusia, nunca una nación independiente.
Los males y las amenazas contra la pureza de Rusia provienen, en sus planteamientos, de la corrupción de Occidente. De allá llegaron la invasión de Napoleón y las ideas de la revolución marxista. Putin repite que Occidente amenaza a Rusia no solo militarmente, sino con la “corrupción” del homosexualismo, el sida y una cultura decadente (que incluye el jazz), carente de la virilidad del pueblo ruso.
Una de las conclusiones de Ilyín, repetida una y otra vez por Putin, es que las guerras y luchas de Rusia son de autodefensa, en contra de fuerzas que tratan de agredir y despojar la pureza y el espíritu de su país. El filósofo añade que la preservación de Rusia requiere de un líder fuerte, que concentre el poder en sus manos privilegiadas, un ser extraordinario llamado por la providencia a salvar al país de las acechanzas externas. Por supuesto, estas ideas le caen como anillo al dedo a Vladimir Putin.
El historiador y profesor Timothy Snyder, de la Universidad de Yale, quien a raíz de la invasión de Crimea en 2014 explicó las ideas de Ilyín y su influencia sobre Putin, advirtió oportunamente sobre las raíces fascistas del régimen ruso. Expuso cómo una oligarquía de cleptócratas, encabezada por Putin, se arropó en la ideología de Ilyín para perpetuarse en el poder y reemplazar el imperio de la ley con mitos que les dan sentido a las aventuras expansionistas de un sistema corrupto, violento y arbitrario.
No es una coincidencia que todos los partidos neonazis y de extrema derecha de Europa y Estados Unidos hayan respaldado por años la figura y los proyectos de Putin. El más destacado admirador y beneficiario del apoyo del presidente ruso ha sido Donald Trump. En nuestra región, su dócil aliado es Nicolás Maduro.
Los discursos y mensajes recientes de Putin se entienden mejor cuando se conoce la ideología que los ilumina: las ideas fascistas de Iván Ilyín, su filósofo de cabecera.