El Espectador

Lo que no tiene precio

- EL CAMINANTE FERNANDO ARAÚJO VÉLEZ

Siempre fue gratis contemplar e ir un poco más allá, y detenerse a observar los infinitos detalles que pasan frente a nosotros día tras día. Siempre fue gratis preguntars­e de dónde y hacia dónde va cada quien, cómo es su vida, cuáles son sus misterios, y cuáles las razones por las que una mujer que camina abstraída de este mundo usa tacones dispares, por ejemplo. Siempre fue gratis imaginar una historia partiendo de detalles, y grabarnos en la cabeza la mayor cantidad de formas, colores y demás, y luego garabatear en una libreta un principio de párrafo. Siempre fue gratis empezar a crear, inventar, y fue gratis sentirnos plenos, únicos, por unir dos personajes y tres o cinco circunstan­cias y que de ahí saliera una escena.

Siempre fue gratis conversar, y soñar con que una conversaci­ón profunda, que nos deje más preguntas que respuestas, una charla repleta de matices, honesta, condimenta­da por miles de colores, de ideas, puede ser más valiosa que cinco años de universida­d y que todos los diplomas y posdiploma­s de la academia y de eso que hemos llamado “educación”.

Siempre fue gratis indagar, darle cuerda a la curiosidad, removerla, estremecer­la, exprimirla, aventurars­e a elaborar la hipótesis más absurda en apariencia solo para darnos cuenta de que hasta en el absurdo hay hilos de los cuales podemos halar, y de que cada hilo es el comienzo de una infinita fuente de la cual surgen más y más interrogan­tes, y más y más hilos, y más y más absurdos.

Siempre fue gratis cantar bajo la lluvia, así nos desafinemo­s, y fue gratis bailar y dar pequeños saltos desacompas­ados para intentar ser por un segundo en la vida Fred Astaire, así nos tropecemos, y fue gratis correr y sentirnos Jim Hines o Usain Bolt por haber corrido cinco metros más que el día anterior, así se nos escapen todas las tortugas, para recordar alguna de las frases de Diego Maradona. Siempre fue gratis contemplar, ver cómo las nubes forman siluetas, cuadros, y cómo los colores de las hojas de los árboles van cambiando, y cómo las flores van siendo milagros, y siempre fue gratis jugar al amigo imaginario y sacar un texto corto como este de alguna de nuestras conversaci­ones con ese amigo imaginario.

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