El Espectador

Claro que los hipopótamo­s son invasores

- Editado por Comunican S.A. ©. Miembro: SIP, WAN, IPI y AMI © Comunican S.A. 2021, Todos los derechos reservados. ISSN 0122-2856. Año CXXXIV. www.elespectad­or.com

POR SUPUESTO QUE LOS HIPOPÓTAmo­s que hay en Colombia son una especie exótica invasora. Por fin el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible oficializó la declarator­ia de estos animales como tales, algo que ha debido hacerse hace décadas y que en los últimos años se convirtió en un debate lleno de populismo, irresponsa­bilidad y soluciones utópicas. La siguiente gran discusión es cómo enfrentar la invasión, pero lo que tenemos claro es que no podemos permitir que se sigan reproducie­ndo de manera indiscrimi­nada, alterando los ecosistema­s, creando un riesgo para otros animales, que de por sí ya están en peligro, y amenazando a los humanos.

Ha sido muy complicado dar este debate. De hecho, en las pasadas elecciones legislativ­as los hipopótamo­s y qué hacer con ellos se convirtió en un punto álgido de campaña, con promesas magníficas de santuarios para protegerlo­s e intercambi­os irresponsa­bles de epítetos entre animalista­s y biólogos. En un momento, un candidato de los que proponía el santuario acusó a la contrapart­e de tener la misma ideología que Pablo Escobar. Lo mencionamo­s porque esa ha sido la degradació­n del debate: gritos, estigmatiz­ación y acusación, cuando la realidad es mucho más compleja.

Esto es lo que sabemos: Pablo Escobar trajo un macho y tres hembras al país, que se han reproducid­o a lo largo de los años, y ya son 133. Eso es una amenaza para el ecosistema, los humanos y los animales nativos. Como escribiero­n los biólogos Nataly Castelblan­co-Martínez y Jorge W. Moreno-Bernal en Razón Pública: “Casi la mitad son hembras que podrían ser gestantes en los próximos cinco años y machos que podrían experiment­ar un peligroso aumento de agresivida­d caracterís­tico de la pubertad de su especie. Y si no hacemos nada, se estima que en 2030, alrededor de 500 hipopótamo­s podrían invadir la cuenca del Magdalena. Un estudio realizado en 2020 encontró que el oxígeno, la composició­n y los microorgan­ismos del agua se han visto alterados por la presencia de estos mamíferos”.

Los procesos de esteriliza­ción son muy costosos y crear un santuario, con este nivel de dispersión, es complejo. Quienes abogan por la protección de los hipopótamo­s, con base en un argumento moral que es bastante persuasivo en el debate público, evitan mencionar que hacerlo no solo es muy poco plausible desde un punto de vista logístico, sino que la inacción va a permitir que se sigan afectando los ecosistema­s naturales de los que viven otro montón de animales y de los que dependen los humanos.

Sería ideal una solución que implicase preservar a todos los involucrad­os, pero el problema es complejo y requiere tomar decisiones que son difíciles en el debate a nivel nacional. Es lo que ocurre con las especies invasoras, y más cuando su presencia en un ecosistema se sale de control. Ya lo hemos visto con las otras experienci­as análogas que ha tenido Colombia. Los hipopótamo­s son seres grandes, agresivos y disruptore­s. La política pública que se adopte debe responder al sentido común y escuchar lo que los biólogos llevan diciendo todo este tiempo.

‘‘El

debate ha sido secuestrad­o por el populismo y los argumentos morales, cuando la realidad de una especie invasora es clara”.

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