Política sin educación
UNO DE LOS PROBLEMAS DEL SISTEMA educativo en Colombia es el escaso conocimiento que los congresistas tienen sobre el tema. Una paradoja, pues en campaña suelen aludir a la educación como si fuera una palabra mágica.
Ahora bien, hay candidatos que vienen del sector educativo. Los intereses de los pocos que son elegidos no responden a las necesidades de cerca de diez millones de estudiantes de preescolar, básica y media.
Un caso interesante es el de Fecode. Aunque se mostró cohesionado durante las movilizaciones de 2021, Nelson Alarcón, la cara visible del sindicato, obtuvo 20.708 votos, la mitad de los que hubiera necesitado para ocupar una curul en el Senado. Esto se explica, en parte, porque el Magisterio ha creado una dinámica en la que logra sus mejoras a través de la movilización y no por reformas en el Congreso. Adicionalmente, las asociaciones de maestros en los departamentos juegan internamente con grupos políticos regionales, lo que implica que los votos se van para candidatos que no pertenecen al sector.
Por otro lado, cada cuatro años aparecen académicos provenientes de las universidades que aspiran a llegar al Congreso a través del voto de opinión. En esta oportunidad, los tres más destacados se quemaron: Sandra Borda, Juan Carlos Flórez y Gilberto Tobón. Estos perfiles suelen ser ubicados en el campo de la educación. Sin embargo, su agenda está relacionada con los temas que enseñan en sus clases: política internacional, espacio público, movilidad, entre otros.
También están los líderes estudiantiles, como Jennifer Pedraza, una joven economista y destacada activista que adquirió visibilidad durante el paro estudiantil de 2011. Ella logró llegar a la Cámara por Bogotá con los disciplinados votos del MOIR. En su agenda estarán temas de educación superior y también los de la organización de izquierda que representa.
Si bien estas tres agendas son leídas como “educación”, ninguna representa los intereses y las necesidades de los diez millones de niñas, niños y adolescentes que están en los colegios. Quizá por eso en la Comisión Sexta, en donde se discuten los temas de educación, rara vez se ve un debate que modifique los recursos asignados a los colegios para ampliar los programas de calidad. Lo que sí hay es oportunistas que se ubican allí estratégicamente para legislar a favor de sí mismos. Por ejemplo, aquellos que hacen de los institutos y universidades sus fortines políticos y fuente de enriquecimiento: usan la Comisión Sexta para mover recursos a estas instituciones que les garantizan su próxima elección.
En las regiones hay congresistas que no suelen estar en la Comisión Sexta, pero les interesa mucho la “educación”, especialmente la contratación educativa. Se trata de políticos comisionistas que andan pendientes de la alimentación de los niños en el colegio, para poder morder un poco de ella.
Así las cosas, estos cuatro años la educación no será tema en el Congreso, salvo los escándalos por plagio o compra de títulos universitarios a los que nos tienen acostumbrados los honorables parlamentarios.
Puntilla. El debate político actual ha dejado claro que el racismo no se soluciona con un Ministerio de la Igualdad.