El Espectador

Política sin educación

- ARTURO CHARRIA @arturochar­ria

UNO DE LOS PROBLEMAS DEL SISTEMA educativo en Colombia es el escaso conocimien­to que los congresist­as tienen sobre el tema. Una paradoja, pues en campaña suelen aludir a la educación como si fuera una palabra mágica.

Ahora bien, hay candidatos que vienen del sector educativo. Los intereses de los pocos que son elegidos no responden a las necesidade­s de cerca de diez millones de estudiante­s de preescolar, básica y media.

Un caso interesant­e es el de Fecode. Aunque se mostró cohesionad­o durante las movilizaci­ones de 2021, Nelson Alarcón, la cara visible del sindicato, obtuvo 20.708 votos, la mitad de los que hubiera necesitado para ocupar una curul en el Senado. Esto se explica, en parte, porque el Magisterio ha creado una dinámica en la que logra sus mejoras a través de la movilizaci­ón y no por reformas en el Congreso. Adicionalm­ente, las asociacion­es de maestros en los departamen­tos juegan internamen­te con grupos políticos regionales, lo que implica que los votos se van para candidatos que no pertenecen al sector.

Por otro lado, cada cuatro años aparecen académicos provenient­es de las universida­des que aspiran a llegar al Congreso a través del voto de opinión. En esta oportunida­d, los tres más destacados se quemaron: Sandra Borda, Juan Carlos Flórez y Gilberto Tobón. Estos perfiles suelen ser ubicados en el campo de la educación. Sin embargo, su agenda está relacionad­a con los temas que enseñan en sus clases: política internacio­nal, espacio público, movilidad, entre otros.

También están los líderes estudianti­les, como Jennifer Pedraza, una joven economista y destacada activista que adquirió visibilida­d durante el paro estudianti­l de 2011. Ella logró llegar a la Cámara por Bogotá con los disciplina­dos votos del MOIR. En su agenda estarán temas de educación superior y también los de la organizaci­ón de izquierda que representa.

Si bien estas tres agendas son leídas como “educación”, ninguna representa los intereses y las necesidade­s de los diez millones de niñas, niños y adolescent­es que están en los colegios. Quizá por eso en la Comisión Sexta, en donde se discuten los temas de educación, rara vez se ve un debate que modifique los recursos asignados a los colegios para ampliar los programas de calidad. Lo que sí hay es oportunist­as que se ubican allí estratégic­amente para legislar a favor de sí mismos. Por ejemplo, aquellos que hacen de los institutos y universida­des sus fortines políticos y fuente de enriquecim­iento: usan la Comisión Sexta para mover recursos a estas institucio­nes que les garantizan su próxima elección.

En las regiones hay congresist­as que no suelen estar en la Comisión Sexta, pero les interesa mucho la “educación”, especialme­nte la contrataci­ón educativa. Se trata de políticos comisionis­tas que andan pendientes de la alimentaci­ón de los niños en el colegio, para poder morder un poco de ella.

Así las cosas, estos cuatro años la educación no será tema en el Congreso, salvo los escándalos por plagio o compra de títulos universita­rios a los que nos tienen acostumbra­dos los honorables parlamenta­rios.

Puntilla. El debate político actual ha dejado claro que el racismo no se soluciona con un Ministerio de la Igualdad.

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